De pequeño, tuve la manía de beber un vaso de leche en la cena, para complementar el del desayuno. ¿Por qué? Bien simple: estudiaba los huesos en el colegio, el calcio era su material fundamental y, para que creciesen fuertes, la leche era el alimento esencial. Así que, durante varios años, era inherente a la cena: lo que hubiera, postre y de beber, leche. ¿Puede ser que mi altura sea producto de esta costumbre?
Existe un secreto a voces alrededor de que es la disponibilidad aumentada de lácteos la que ha conseguido hacer crecer progresivamente a la población. Al menos, el segundo hecho es cierto: cada vez, las nuevas generaciones, parecen ser más altas.
¿Qué hay de cierto? Y, más importante, esta costumbre… ¿Fue causal de mi 1.93 metros de altura… o casual?
Por el principio, ¿tenemos más altura?
¿Somos gente más alta? En España en 2014, hombres y mujeres medían de media 176.6 y 163.4 metros, respectivamente, un incremento de la talla media en 100 años de 14.3 y 12.3 centímetros más, de nuevo respectivamente (mapa interactivo).
Por decirlo de otro modo:

Se puede observar un estancamiento en la altura media en ambos géneros, hasta prácticamente la mitad de siglo, tras un repunte muy interesante (especialmente en mujeres). Y es hacia esta época cuando el incremento es mucho más acusado.
Entonces, la primera respuesta es sí: tenemos más altura observando España, por circunstancias de localidad. ¿Fue siempre así y era tan fácil de asumir?
La altura como indicador del nivel de vida
Que una recién nacida pueda ser más alta si se alimenta bien, parece de lógica insultante. Claro, pero ¿comparada con qué? ¿Y si el problema comienza con una pérdida de perspectiva?

No es tanto que se crezca más como que se alcance el potencial genético de crecimiento. Es decir, y por no extenderme más que en artículo anterior: Me voy a desarrollar todo lo preparado que estoy (carga genética) para desarrollarme. Los altos serán altos; y los bajos, pues bajos. Pero va más allá que esto, va de que me voy a desarrollar todo lo que pueda, vaya a ser alto o bajo.
Es decir: no es que se vaya a ser más alto si se está bien alimentado, sino que se va a ser más bajo si se alimenta peor. Y esto sólo teniendo en cuenta la variable alimentación y de carga genética, dejando a un lado muchos determinantes ambientales, que van a configurar la calidad de vida. De hecho, mayor talla generación tras generación se puede ver como una amalgama del medio ambiente, la salud y los determinantes sociales (nivel de renta, nivel educativo, acceso a sistema sanitario, migraciones) y puede afirmarse que a mayor talla (poblacional, no individual), mayor calidad de vida.
Pero, no siempre ha sido así. En los tres últimos siglos la calidad de vida potencial ha variado mucho en todo el globo terráqueo. Podemos preguntarnos, por ejemplo, qué ocurrió con la altura en los tres últimos siglos en Europa.

Hacia la industrialización, finales del siglo XVIII, ocurre un descenso evidente de la talla, cuando a priori podría asumirse una mejora del bienestar general por el avance evidente de la revolución tecnológica. ¿Qué ocurrió? Que este avance tecnológico e industrial se acompañó de mayor seguridad alimentaria (quizá, por salubridad), pero no de mayor bienestar social, este hecho está muy desarrollado sobre población inglesa: jornadas de trabajo interminables con salarios bajos, explotación infantil, crecimiento demográfico (limitante de recursos alimentarios)…
Fueron los condicionantes ambientales los que fomentan el deterioro del crecimiento. De hecho, una gran carga física en la infancia, podría explicar individuos de mucha menor talla, ya que esta actividad activaría la carga genética que traduciría menor talla, por consumir requerimientos energéticos menores (fuente).
La cuestión que debe extraerse es que la talla está estrechamente relacionada, en términos generales hablando de población (no individuales), con el nivel de desarrollo económico y el bienestar general, que suelen venir acompañadas de mayor seguridad alimentaria y mejoría del estado nutricional, entre otros indicadores del desarrollo humano.

¿Qué ha pasado en el último siglo?
Que el avance fue espectacular:

Históricamente, no ha sido una etapa sencilla: plagada de guerras, de enfermedades (también de su fin) y eventos que conllevan consecuencias para generaciones. Es evidente cómo no es hasta mediados del siglo XX que se produce un incremento exagerado en el crecimiento en toda Europa, pero más significativo que estos eventos acaecidos hace tanto tiempo aún perduran como consecuencia en generaciones que aún viven y cuidan de sus nietos. Es como en la hambruna holandesa de 1944: tras 60 años, las consecuencias siguen estando presentes en forma de peor salud (que nacidos antes o después), un ejemplo de que la escasez alimentaria afecta no sólo a quien vive, sino también a quien estaba por nacer (y que debería conllevar muchas, muchísimas reflexiones sobre el mundo que dejamos).
¿Y cuál es el factor decisivo?

Obsérvese que hasta ahora no se ha mencionado un alimento concreto, ni falta que hace. Sino, más bien, los conceptos de seguridad alimentaria y de estado nutricional, consecuencias de un avance en el bienestar social, acompañado del avance económico de un país (casi siempre). En términos poblacionales, el crecimiento no es una cuestión alimentaria, sino de contexto.
La estatura y el nivel de renta han sido dos medidas del nivel de bienestar, aunque si bien no siempre avanzaron en paralelo, existe una alta correlación sobre todo a mitad del siglo XX (fuente); ¿qué ocurrió, previamente? Las condiciones de salud (sobre todo, salubridad y no acceso a medicamentos actuales) y laborales, o el grado de urbanización. En esta línea, es muy interesante ver qué ocurrió en Italia y España entre los años 1850 y 2000.
Si me permitís una cita:
Las generaciones españolas nacidas entre 1915 y 1930 padecieron situaciones de malnutrición y registraron (…), caídas significativas de la talla, que alcanzó en algunos casos hasta dos centímetros. Las ganancias observadas en el primer tercio del siglo XX, principalmente en el mundo rural, se evaporaron en tan sólo unos años.
Quizá con esta cita puede entenderse aún más que la estatura puede utilizarse como medida de la desigualdad del nivel de vida y del bienestar en general.
¿Pero esto no iba de alimentación? Entonces, los lácteos, ¿qué?
Es común escuchar que en el último medio siglo ha sido el alimento que ha catapultado nuestra altura, aduciéndole hasta garantía numérica: nos concedió entre 6 y 8 centímetros más. Ya hemos visto que el planteamiento de esta afirmación no sería del todo correcto, pero es que además el incremento del crecimiento es intrínseco a lo que ocurre (¡contexto!), no exclusivo a lo que se consume.

Por tanto, hasta el título del post podría estar mal planteado.
No es que un alimento nos haga crecer más, sino que en cualquier caso el acceso a un abanico amplio de alimentos consigue -como un factor más- desarrollar todo el potencial genético de crecimiento. ¿Qué hacer para conseguirlo? Hacer caso a la OMS en lo relativo a lactancia materna e inicio saludable en la vida y reclamar que la economía y sus incrementos vayan de la mano de un mejor bienestar social y en el ámbito de la salud. Cuestiones que, por cierto, se están perdiendo porque no prevenimos: comeremos más y más seguro, pero no mejor.
En cualquier caso, a esto debería sumarse que pese a que puede sonar coherente el consumir más calcio en la etapa infantil, no va a ser lo único determinante para el crecimiento óseo, ni la leche/lácteos es la única gran fuente. Es una buena fuente, y un buen alimento en su versión entera, con muchos derivados fermentados de incuestionable valor (y sabor, ya me conocéis :3), pero, quizá, todos los caminos llevan a Roma en el contexto de la prevención de mortalidad infantil y de una amplia y variada oferta alimentaria, porque ningún alimento es imprescindible, aunque estemos lejos de proteger cuestiones tan básicas como la lactancia materna.

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Y por cierto, sobre la historia inicial: esta manía no fue nunca compartida por mi hermano pequeño. Y, aunque me cuesta reconocerlo públicamente, según la mañana y lo poco rápido que esté a ponerme de puntillas, despuntan sus dos centímetros más. Al final, lo del vaso de leche parece que fue casual y no causal.
Para saber más:
Bos días,
Hablando de lácteos, tengo una pregunta: ¿un mayor consumo de lácteos puede causar osificación ectópica?
gracias
Hola Belén, boas tardes!
Lo cierto es que ahí, me pillas. He estado leyendo algún paper para poder darte una respuesta y lo que encuentro es que puede ser un factor, pero no es el factor determinante que lo va a causar, y siempre con una patología de base. Ni siquiera, como el factor dietético más determinante, porque si se forma tejido óseo nuevo… no sólo va a crecer con el calcio.
Entiendo que habrá algún tratamiento para paliarlo.
Me he informado de estos enlaces: https://goo.gl/9IOVnk y «Moreover, delivery of exogenous growth factors also requires avoidance of local ectopic ossification and other undesirable side effects» de https://goo.gl/EKDjVX
En el PENutrition no encontré nada :C
¡Lamento no ser de más ayuda!
Un saludo y hasta el siguiente 😉
Muchas gracias y perdona por hacerte trabajar. Quizás no encontrar recursos da la respuesta. Encantada con el post y hasta el siguiente ;D
Justo es algo que me tiene intrigada, porque mi marido está convencido de que él no creció todo lo que podría haber crecido por haber sido «mal comedor» (tenía una dieta bastante restringida, carne, Nocilla, pan, patatas fritas…). Creo que le hicieron está medida que les suelen hacer a los chicos que viendo los huesos «saben» cuánto pueden llegar a medir… No sé cuánto de verdad tenga eso ni porque lo oí siempre solo a los chicos. Y claro, ahora tiene un poco esa obsesión con los niños, que no les pase lo mismo… Y la verdad es que al final no me quedó especialmente claro en el artículo hasta que punto la alimentación puede haber producido esto o no.
¡Hola Taisa!
La alimentación influye, porque promueve un correcto «estado nutricional», que es con el que se desarrollará el potencial genético de crecimiento. Pero, no un alimento en sí mismo, sino la alimentación correcta. Como indico, «el crecimiento no es una cuestión alimentaria, sino de contexto».
Respecto a la prueba que mencionas, mejor olvidarse de la teoría de cuánto según qué, tanto para ti, como para tu marido, como para vuestra descendencia. Es mejor comer bien (en el parámetro «correcto» y «suficiente») y no preocuparse de cuánto «se debe» crecer, porque te aseguras:
a) Que te desarrollarás lo que debas
b) Prevendrás enfermedades no transmisibles
c) Promoverás buenos hábitos
Y todo esto concurrirá en mejor salud, tanto en el ahora como en el mañana. Además, si lo piensas, por mucho que tus huesos sepan cuánto, lo que tendrás que asegurarte es «comer bien», sino el «cuánto» te da igual. Y para eso, no hay un alimento concreto, sí un conjunto junto a unas buenas costumbres.
Ahora. Si tu pregunta es: ¿Hasta qué punto la alimentación que seguía tu marido de niño produjo que no creciera todo lo que hubiera podido? Basándonos en una prueba que le dijo que tendría que medir, por ejemplo, diez centímetros más, no tiene por qué ser el único factor que lo decidiera la alimentación (y esto dándole fiabilidad a una prueba que no conozco en método, forma y acierto/error). ¿Hacía un gran esfuerzo físico de niño? ¿Vivió algún tipo de situación de pobreza? ¿Padeció alguna enfermedad limitante…? Quiero decir. No, seguramente el llevar esa alimentación no consiguió el no-crecimiento-potencial, pero sí podemos relacionar su consumo con mayor probabilidad de enfermedad no transmisible en edad adulta. Así que, en resumen, ¡a comer mejor y preocuparse por esto menos! 😉
Espero haberte ayudado. ¡Abrazo y gracias por pasarte y comentar!
Ni enfermedades ni pobreza ni ejercicio (salvo que la falta de ejercicio También pueda influir xD). La prueba si no me equivoco la hacen midiendo a ciertos huesos. Comer intentamos comer sano, pero el niño es un niño, y muchas cosas no le gustan y/o no las quiere ni probar. Y sobre todo me preocupa que con este trauma de mi marido de «haberse quedado bajito por comer mal» y «ser bajito» se los transmita (el complejo) a los niños.
Que el trauma no sea más relevante que la potencial salud, a la hora de comer. Más que nada porque entonces se le da una carga extra a la alimentación, a la que se puede culpar si algo no sale bien. Vamos, que no me parece un hábito consciente de lo que puede suponer a medio/largo plazo.
Comed bien, plant-based y con lo que guste siempre que sea comida real (y si no gusta, intentad cambiar el modo de cocción, implicar al pequeño en la compra / desarrollo del menú / cocinar lo que pueda / probad cosas nuevas que él elija -tipo «esto de ahí o esta cosa»-…), que es más importante que «comer para» (una visión a la que quizá le falta algo de perspectiva).
Si os veis justos de recursos (sobre todo, didácticos) siempre podéis recurrir a una DN 🙂
¡Un saludo!
Hay que optar por conseguir siempre el mejor estado de bienestar, que será positivo para todo.