De esto que te levantas un día sabiendo que te vas a meter en un berenjenal, pero hay que seguir insistiendo hasta que quede claro que otra forma de hacer las cosas es posible.
Pues venga.
Qué es qué y para qué
Caridad: «limosna que se da, o se presta«; es decir, aquel que tiene, da a aquel que no, lo que puede dar y que habitualmente, le sobra. Se sostiene en la desigualdad, de «quien más» a «quien menos», en la compasión.
Solidaridad: «compartir algo que tengo porque debería ser de todos«, sea por cualquier circunstancia aquello que se comparte mucho o poco. Se mueve por la convicción de justicia e igualdad, en una relación entre iguales.
Por decirlo de otra forma, la caridad se ejerce de manera vertical, mientras que la solidaridad es horizontal. Decía Eduardo Galeano:
La caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respetuo mutuo.
Escudarse en el acto caritativo suele buscar expiarse moralmente. Es decir, mi conciencia se queda tranquila, puesto que he ayudado, he hecho un buen acto. ¿Podría ser esta forma de actuar calificada como irresponsable por perpetuar un sistema caritativo en lugar de solidario? El ejemplo perfecto es el del «Día de la Banderita». Parece que se hace algo, pero es tan insignificante y postureico… Aunque sí, es algo. Algo irresponsable.
Oscar Wilde decía «¿no es más justo reconstruir la sociedad en lugar de recurrir a la “caridad”?». La forma de distinguir un acto caritativo/solidario es precisamente esa: la caridad es beneficiencia que no afecta a las estructuras sociales y que sitúa a unas personas en un perfil de superioridad respecto a otras (te doy, que no tienes), sin embargo un acto solidario busca transfomar una realidad injusta y que se quiere cambiar, trata de erradicar las causas que generan las situaciones de desigualdad y se acompaña a esas mismas personas.
Un ejemplo más sencillo. Es como «dale un pez a un hombre y comerá un día; enséñalo a pescar y comerá todos los días«. La primera acción es caridad, la segunda es solidaridad. No es lo mismo dar puntualmente, que enseñar/acompañar para solucionar una situación.
Pero vamos donde quiero llegar. ¿En qué afecta esto al acto de alimentarse? Precisamente afecta a cómo se trata a aquellas personas que no pueden hacerlo.
¿Y por qué?
Un remedio que no cura la enfermedad y simplemente la prolonga, ¿está bien llamarlo remedio?
Las recogida de alimentos para rellenar las despensas de los bancos de alimentos o entregárselo a los más necesitados se suceden y cada vez con menos tiempo entre las «Grandes Recogidas». Nos hemos acostumbrado a ver los contenedores azules a las puertas de los supermercados. Ojo, esta entrada no es una carta contra este sistema, sino que entendiéndolo como el más extendido, lo indico como el más inapropiado para ser remedio de nada. Es un remedio que no cura la enfermedad y la prolonga, basado en la compasión y la caridad, ¿hasta cuándo seguiremos pensándolo como un remedio?
El problema es que se entienda como el único, como que no hay más. Es un parche de una herida que se abre constantemente, ¿por qué no le damos puntos de sutura? Pues probablemente porque «sobren» parches para «ir tirando» y hasta que un medio político no promocione fórmulas más justas, será imposible. Porque hay otras formas, mucho más justas y más solidarias.
¿Qué podemos hacer?
Reclamar siempre. Cualquier momento es bueno para reivindicar, siempre. Nos vanagloriamos de que cada vez se recogen más miles de toneladas en menos tiempo (22 millones de kilos, III Gran Recogida de Alimentos), pero ¿dónde está la reclamación necesaria para evitar precisamente tener que recurrir a esto cada año y que nunca parezca suficiente?, ¿dónde está pedir una sociedad más justa, donde existan menos desigualdades? Decimos ¡qué bien recoger tantos alimentos!, y dónde queda ¡qué pena tener que seguir recurriendo a esto!
El problema es político. Deben fomentarse otros sistemas que sean más transformadores, acompañando a las personas en situaciones desfavorables. ¿Por ejemplo? Pues lo hacen algunas ONGD, cada vez más: entrevistas con la gente que necesita su ayuda, poniéndoles en contacto con quien se necesite (desde la administración, hasta empresas que busquen su perfil), acogiendo, preparando y facilitando la transición. Asistir en el cambio para mejorar una condición global. ¿Y en el campo de la alimentación?
Existen convenios entre ONGD y algunas superfícies (suelen ser supermercados) que fomentan unos bonos de alimentos. Estos bonos valen por cierta cantidad de dinero y las personas que los reciben pagan por la comida que necesitan con ellos. En este caso, la persona decide qué comprar según sus necesidades, gustos, situación familiar, miembros, conocimientos culinarios (o incluso si puede cocinar, es que quizá no puede pagar la luz o el gas que permiten cocinar), no se ve sometida a comer lo que le donen. Las ONGD que lo ponen en práctica argumentan que es menos humillante, puesto que lo importante es la dignidad de la persona atendida.
Pero, ¿dar un bono en lugar de un alimento no es lo mismo, no es igual un acto caritativo?
Debe entenderse dentro de un conjunto de procesos que transforman la situación de personas intervenidas.
Pero, puestos a comparar. Dar un bono en lugar de un alimento implica rapidez, autogestión de la forma y dónde comprar. También autonomía de las necesidades específicas. Y desde luego, el bono no es vertical, ni compasivo. No es te doy yo, que tengo, a ti, que no tienes. Se basa en que la persona es en sí misma la responsable de conseguir escalar en su proceso, facilitado con una intervención con agentes que saben dirigirlo.
¿Es una pena que la sociedad tenga que recurrir a esto? Sí: es un fallo global de la administración, que debe conseguir que nunca se deba recurrir a estos programas. Pero cuando la sociedad es injusta, ¿seguimos poniendo parches o hacemos por transformarla?
Bonito, ¿irrealizable?
Bueno, deberíamos asumir que la mayoría de la población no conoce nada mejor que donar el paquete de alimento no perecedero (y esto, «no perecedero» es una idea que acaba de aterrizar en la sociedad). Pero hay que tener en cuenta que eso es dar lo que nos sobra, lo que compramos para no usar.
Hay muchas formas de ayudar pero todo debe basarse en acompañar para buscar un mundo mejor. La gente no nace aprendida, pero sí nace sujeta a circunstancias que pueden cambiarse. El problema es que para cambiarlas sí se necesita de la ayuda de todo el grueso de la población, empezando por priorizar acciones políticas que lo consigan. Y las acciones políticas requieren en muchos casos de presión. Y la presión es denunciar, reclamar, reivindicar.
Siempre es buen momento para reivindicar. Próspero mundo nuevo y feliz autocrítica.
Me ha gustado mucho este perspectiva. Buena entrada. Buen año
¡Hola, marciamocarro! Muchas gracias por leer y dejar tu huella. Feliz y próspero año 🙂
Lo he compartido con todo mi mundo, es decir, mi familia y amigos. Gracias y feliz año.
Hola, Elvia. ¡Vaya, muchas gracias! 🙂 ¡Gracias a ti por pasarte, comentar y encima compartir! Todo el pack 😉 ¡Abrazo y feliz año a ti también!
Tienes razón, los programas de trasferencias condicionadas o no condicionadas de dinero, como los “bonos” o tarjetas de “pre-pago” son una estrategia interesante. Si no se garantiza el derecho de las personas a decidir cómo quieren alimentarse, y cerramos las opciones en una caja, muy difícil será cambiar aquellos hábitos alimentarios insanos, especialmente de la población vulnerable en una situación de inseguridad alimentaria (desde la dimensión al acceso a los alimentos) ¿Cuál será el impacto de las donaciones de alimentos en los hábitos alimentarios y el estado nutricional de las personas?
¡Gracias! Y enhorabuena por tu blog
¡Hola, Melanie! En primer lugar, gracias por pasarte y comentar 🙂
Respecto al impacto de los alimentos donados en los hábitos alimentarios (y aunque quizá es una tendencia que está cambiando porque hay más concienciación en qué donar): Se generan peores hábitos por el tipo de alimento donado (baja calidad, mucha cantidad; ejemplo: galletas), que se escudan en «por lo menos se da algo» o «mejor comer algo que no comer nada»; esto provoca, entre otras cosas, que existan tasas de obesidad/sobrepeso relativamente altas en este tipo de población más desfavorecida. También se coarta, como dices, la libertad de elección. Que es quizá lo más grave. Pero a nivel de seguridad alimentaria, entendiéndola no como el acceso a alimentos sino como la calidad de esto, es nefasto.
El problema es que el concepto «seguridad alimentaria» no se acaba de desgranar bien. Y no se entiende como un problema político, sino más bien estructural.
Sobre esto Mi Dieta Cojea hizo un post: http://midietacojea.com/2015/05/20/alimentacion-en-tiempos-de-crisis-debate/
¡Gracias de nuevo por pasarte y comentar! Nos vemos en el siguiente 😉
Quizás te interese este estudio que precisamente habla, entre otras cosas muy interesantes, de la ganancia de peso de las mujeres beneficiarias del programa de apoyo alimentario en México, en el programa reciben tanto ayuda mediante “kit/bolsa de alimentos” y trasferencias de dinero.
Nutrition-sensitive interventions and programmes: how can they help to accelerate progress in improving maternal and child nutrition?
Dr Marie T Ruel
Harold Alderman
06 June 2013
The effects of Mexico’s Programa de Apoyo Alimentario (PAL; Food Support Programme) on excess weight gain in women is one such example. PAL is a dual conditional cash and in-kind transfer programme targeted to poor and remote communities in rural Mexico. An assessment of PAL showed improved household dietary quality, but also increases in total energy consumption in a population that was not energy-deficient and had a high prevalence of overweight and obesity among women at baseline (65%). PAL also increased the already steep annual weight gain in adult women in the control group (425 g, SD 80) by 291 g (111) per year in the food basket group (a 68% increase) and by 222 g (122) per year in the cash group (a 52% increase).
En cuanto al tema de la inseguridad alimentaria quizás también te interese el siguiente estudio realizado en Catalunya en 2015 en población vulnerable atendida por Creu Roja.
http://issuu.com/creurojacat/docs/observatori_8e___final/1
¡Saludos! 😉 y gracias por el enlace
Totalmente de acuerdo. La caridad es algo que siempre me ha parecido humillante para el que da y para el que recibe.
Por otra parte, una cosa que me llama la atención es ver que la gente dona alimentos básicos (tipo pasta o arroz) de marcas comerciales más caras cuando por el mismo precio podrían donar el doble de cantidad de un alimento similar de marca blanca ¿será porque así se sienten aún más solidarios?
¡Hola Rebeca, gracias por comentar! 😀
Es interesante lo de donar con marcas; quizá es algo que insiste aún en que culturalmente estamos acostumbrados a que eso debe de ser lo mejor, o como dices, a que así nos sentimos más solidarios. En todo caso, es una pena (en todas las direcciones) que encima que parcheemos, lo hagamos de esta manera, de una forma un tanto postureica, «que me vean con el paquete más caro y el cómo lo pongo».
Un saludo!