Hace poco más de un año se publicó un estudio donde se asociaba la frecuencia de comer ecológico con el riesgo de padecer cáncer, donde se afirmaba que comer ecológico/orgánico reducía un 25% el riesgo de cáncer.
Este es el estudio en cuestión (texto completo), un estudio observacional en una cohorte de 68.946 personas en Francia, que pertenecen al estudio prospectivo NutriNet-Santé.
Sin embargo, las pruebas claras actuales no permiten decir que comer ecológico sea más sano o vaya a evitar padecer cáncer. Estamos ante una consecuencia más de la paradoja del progreso.
¿Y hasta dónde es cierto?
Los autores tienen dos conclusiones fundamentales
- Que el consumo de alimentos ecológicos/orgánicos se asocia a una gran reducción del riesgo de cualquier cáncer
- Y que la promoción de alimentos ecológicos/orgánicos en la población general podría ser una estrategia de prevención contra el cáncer.
¿Es el estudio lo suficientemente contundente como para concluir ambas cosas?
Parece que no, porque los propios autores dicen que no saben exactamente el por qué de las diferencias. Ahora, viniéndose un poco arriba y tirando por esa dirección, lo atribuyen a que quizá es por la mayor cantidad de residuos de pesticidas en los alimentos no-ecológicos/biológicos: «se desconocen los efectos para la salud de los pesticidas sintéticos«.
Sin embargo, no sólo podríamos concluir lo mismo sobre los «pesticidas naturales» (en este caso, se les asume saludables, lo cual es una falacia) en población que consumiendo ecológico/orgánico padeciera esta enfermedad (lo cual a su vez volvería a ser una falacia), sino que en este estudio se hace trampa: parecen haber más características poblacionales que definen la muestra que se analiza como para concluir esto. Los factores de confusión.
Casualmente, en este estudio las personas que tuvieron menos incidencia de cáncer y que más producto ecológico/orgánico comían también eran las que más dinero ganaban, donde había mayor nivel académico, menor consumo de alcohol, menor IMC (que gana utilidad, al ser un estudio poblacional que se observa de manera agregada), mayor consumo de fibra, menor consumo de carne procesada y menor consumo de carne roja. Y no lo digo yo, se puede consultar en la primera tabla, «Baseline Characteristics According to Quartiles of the Organic Food Score«.
Esto invalidaría que la primera conclusión del estudio pueda tomarse tan a la ligera (recuerdo: el consumo de alimentos ecológicos/orgánicos se asocia a una gran reducción del riesgo de cualquier cáncer)o que fuera aplicable a la población general, o que fuera incluso viable hacer la conclusión (ya que se basa en una tesis no validada, con unos datos llenos de confusión, y quizá hasta podríamos utilizar otras variables como «mayor IMC se asocia a mayor riesgo de cáncer» lo cual sí está validado y es compatible con estos datos).
De hecho, en la misma revista existe un editorial que comenta este mismo estudio, que reflexiona sobre un escenario: que existiendo menos contaminación (residuos) en el alimento en comida ecológica… ¿vale la pena? ¿Sería suficiente? ¿Estadísticamente significativo en esta ocasión implicaría clínicamente relevante?
De momento, podemos decir que no vale la pena desde la perspectiva salud.
La paradoja del progreso: quien más tiene, menos enfermará
El progreso tiene una curva positiva para toda la población, pero afecta de manera diferente a cada sector de la población. Quien más tiene, menos enfermará: pero en general enfermaremos menos. Si una manzana eco, limita por su precio que podamos comer tres manzanas al día, será un paso atrás. Lo último que podemos afirmar al respecto es que llegar a tres raciones de fruta es mejor que quedarse en una y que parece que eso de cinco raciones de fruta y verdura se queda corto.
Al final, la difusión de estos datos muestran que la población continúa favoreciendo una salida fácil a un problema de una magnitud considerable. ¿Nos hemos convertido en una sociedad que prefiere gastar más en un detalle?
Lo que sí sabemos es que somos una sociedad que come poca fruta, pero que priorizaría que fuera eco por su propia salud (no por un factor de sostenibilidad o agroecología) y ahora se le azuza con que evitaría el cáncer. Existe otra opción, para quien se atreva: simplemente comer más fruta. Y entonces, procurando para quien quiera cuidados al medio ambiente, intentar que sea local y de temporada (y evitar otros masticables, hábitos o bebibles que sí están relacionados con mayor riesgo de enfermedad).
Y sin embargo, parece casi más seguro indicar que entre los factores estudiados como predictores del riesgo de cáncer, el más fuerte no era el que un producto fuera ecológico/orgánico (tendencia por demostrar) sino el conjunto de factores de estilo de vida (tesis que sí está evidenciada).
El efecto halo: muchas piedras para una pared
Si comer más verdura o menos carne procesada, fumar menos o puede que incluso el código postal son mejores predictores de enfermedad, el Efecto Halo (¿o Efecto Galo? Si me permitís el chascarrillo, ya que hablamos de población francesa) es su conjunción, para determinar la mejor salud fisiológica o alcanzable.
Esta es la paradoja de los iPhones que Julio Basulto incluía en este vídeo, y destaco: Es muy probable que si hacemos un estudio prospectivo para evaluar el riesgo de mortalidad observemos que quienes tienen el iPhone presentan un menor riesgo de mortalidad (vídeo y transcripción). Y Julio sigue: es porque dichas personas tienen más dinero, apoyándose en este artículo.
Mientras las desigualdades son tan relevantes como la obesidad o el alcohol como factores de riesgo de cáncer, a una sociedad de base sobremedicalizada no podemos hacerle creer que comer ecológico/biológico implicará comer mejor, cuando el acceso continúa siendo una cuestión de capital.
Esto, además, determina que la segunda conclusión del estudio sea cuanto menos capciosa (recuerdo: promoción de alimentos ecológicos/orgánicos en la población general podría ser una estrategia de prevención contra el cáncer) en un contexto donde sí sabemos qué habría que promocionar: acceso a alimentos frescos (sin más apellidos) o ejercicio físico.
Bonus track: para qué sirven de verdad estos estudios
El sesgo de confirmación implica favorecer e interpretar con mayor voluntad lo que mejor nos viene. Las palmaditas entre gente que opina igual, algo similar al efecto twitter (o filtro burbuja; ¿cómo algo puede ser malo si mi núcleo más cercano no lo ve como tal?).
Es irresponsable utilizar este estudio para señalar que la comida ecológica/orgánica podría disminuir el riesgo de cáncer, y que sean otros factores confusores los que determinan este dato, ensuciando el resultado. El posicionamiento científico indica que no sabemos si una pera es más sana por ser ecológica que por no serlo. Debatir sobre la contaminación de los acuíferos y sus efectos en la salud corresponderá a gente que conoce de este tema, pero en términos de salud a corto, medio o largo plazo, sabemos que lo importante es comer plátanos, no el sello sobre el plátano.
Sin embargo, el sesgo de confirmación sí provoca que se utilice este titular y estas conclusiones para justificar cuestiones que no sabemos, como si las supiéramos o fueran inalterables:
Esto es lo que hace la SEAE en su último informe sobre evidencias científicas: contemplar cualquier estudio, sin evaluar la calidad de este, ni su replicabilidad. Es un claro ejemplo de engordar bibliografía, sin matices, donde se hablará de publicaciones científicas, pero no por ello de evidencia clara. Da pie a pensar incluso si alguien leyó más allá del abstract.
Cabría preguntarse en base a qué se concluye algo así con esos datos. Concretamente: a quién favorece.
Mientras tanto, la población que quiera prevenir enfermedades para el futuro debería leer esto mientras practica deporte, o poder repasar su alimentación sabiendo que está compuesta fundamentalmente por materias primas, y que huye de productos que no son saludables o que tienen mucho procesamiento.
Sin más apellidos.
Porque actualmente no podemos decir que comer ecológico disminuya el riesgo de cáncer.
Pedro R.
Fundamental este artículo para conocer realmente como este tipo de estudios utilizan los datos a su conveniencia o de manera sesgada.