Empieza la época del descontrol alimentario por excelencia. Se abre la veda de comidas, sobremesas y cenas, reencuentros endulzados y estrategias dietéticas para salvarse del frío (¡tómate esto que te quita el frío!).
Se hablará mucho de estrategias para evitar que se traduzca en aumento de peso, como cada año y como si eso fuera todo: disminuir la cantidad, variar la composición, limitar(se en) lo espirituoso, etcétera. En resumen, evitar la consecuencia sin tratar la causa subyacente: se hace demasiada comida, no se calcula para cuántos, para quiénes… Y el resultado con bolsas llenas hacia la basura.
¿Cuándo se desperdicia y cuándo se pierde?
No suele hacerse la diferenciación semántica cuando se trata, pero para estudiar cada caso de manera más precisa hace falta. Cuando se habla de desperdicio, según la FAO, se trata de alimentos seguros y nutritivos que están destinados al consumo humano que serán descartados. Y la pérdida de alimentos restringe a los alimentos no reutilizables, también según la FAO: alimentos destinados al consumo humano que no se consumen porque sufren una disminución en su calidad (valor nutricional, económico o inocuo) relacionados más con un funcionamiento ineficiente y poco prevenible.
Es decir: los motivos que provocan uno u otro son distintos. El desperdicio es una parte de la pérdida y la diferencia principal es que el desperdicio se puede evitar.
Los datos: contextualicemos
Al final de la película, el 30% de los alimentos producidos -25% del agua invertida- se van a la basura. 1.300 Millones de toneladas (MT) al año se tira o desperdicia.
España es el séptimo país que más desperdicia, con 7.7 MT/año, donde encabeza Alemania con 10.3 MT/año.
En un hogar medio en España se desperdician 76 Kg de alimentos cada año que podrían consumirse (1.5 MT/año) – Datos de HispaCoop, 2012. En Europa y América del Norte este dato se sitúa entre 95 y 115 kg/año (FAO, 2012). El cómputo global de pérdida y desperdicio en la UE queda en 179 Kg/habitante.
Sobre el origen: el 42% proviene de hogares (60% evitable), el 39% de procesos de fabricación (inevitable) y el 14% de servicios de catering y restauración (evitable). Cuando se habla de evitable es que son alimentos perfectamente consumibles, pero la cercanía de caducidad, su aspecto o que no es rentable sentencia su destino.
¿Qué ocurre en otros países con el desperdicio?
En Reino Unido comenzó el Programa WRAP (Waste & Resources Action Programme), para reducir los residuos de envases y el desperdicio de alimentos; entre 2007 – 2010 consiguió reducir el desperdicio de alimentos en un 13% (fuente) con acciones como la campaña «Love Food Hate Waste«, enfocada al ahorro económico que podía suponer disminuir el desperdicio. Recientemente en este país ha nacido Too Good To Go, una iniciativa para consumir sobras de restaurantes, que en lugar de tirarse se ofrecen como takeaway.
En Francia se prohibió por ley tirar alimentos sobrantes de los supermercados, ley provomida por Banques Alimentaires. También se creó la campaña Inglorious Fruits and Vegetables, dentro de la iniciativa “Stop Au Gaspillage Alimentaire”. Con más de 58 iniciativas en distintos territorios, se ha pactado reducir hasta un 10% el desperdicio anual (240.000 toneladas, 43 M€/año). Su objetivo está en disminuir al 50% el desperdicio de alimentos en el año 2025.
En Dinamarca, de la mano de Stop Spild Af Mad, se ha conseguido reducir un 25% el despilarro en cinco años concienciando con comprar sólo lo que se va a necesitar y reutilizar residuos (libro de cocina mediante, no traducido). Tampoco hay descuentos por volumen en supermercados (recomendación parlamentaria danesa, que se alineó a la iniciativa).
¿Y en España qué hay contra el desperdicio?
En 2012 se realizó el Barómetro del clima de confianza del sector agroalimentario y en 2012 – 2013 un estudio sobre desperdicio alimentario en hogares mediante (Hispacoop). Pero, ¿qué iniciativas se han iniciado de estos datos?
La estrategia nacional Más alimento, menos desperdicio (web del MAPAMA) pretende impulsar todas aquellas iniciativas que contribuyan a reducir pérdidas y desperdicio de alimentos, actuando en varias áreas con iniciativas concretas (resumidas en el link incluido en el título) entre 2013 – 2016. Se han editado dos guías: Guía práctica reducción del desperdicio alimentario para centros educativos y Guía práctica reducción del desperdicio alimentario para el consumidor. Aún no hay datos de qué han podido conseguir sus iniciativas.
También la Campaña de HispaCoop apoyada por el MSSSI «Aprovecha la comida, ¡¡no tiene desperdicio!!«, que editó un libro en 2013. Existen otras campañas, pero provinciales y con un alcance limitado: «Restaurantes responsables. Aquí no sobra nada» (Asturias), «Comer por igual» (Ayto de Bilbao) – sí, es su twitter…-, y la «Guía de prácticas de higiene en los sectores de la restauración» (Cataluña).
Existen traducciones de otras iniciativas de empresas privadas, como la Guía Práctica para Reducir los Desperdicios Alimentarios de Unilever o como «Nolotiro«, para llevarse a casa la comida que sobra en un restaurante, lo que en EE.UU. se llama doggy bag y parecido a la aplicación de UK que comentaba anteriormente.
Bonus track: ¿Qué ocurre en un contexto de crisis económica?
No sólo cambian los hábitos dietéticos, también en el aprovechamiento; según el Barómetro del Clima de Confianza un 12.1% de las personas consultadas dice aprovechar más los alimentos que antes y un 41.3% dice tirar ahora menos alimentos.
¿Es un dato positivo en lo negativo? La causa fundamental no es para alegrarse y más cuando va a provocar peores hábitos dietéticos. Y será algo a tener en cuenta cuando se valore qué han podido conseguir las campañas nacionales.
Por otro lado, el mismo barómetro dice que un 20.5% de los distribuidores dona lo que va a tirar antes de tirarlo (2012), quizá tenemos que promulgar iniciativas como la francesa, aunque los bancos de alimentos sean sólo un parche para falsear la solución. Asumiendo que es producto fresco (no necesariamente empaquetado) y en un contexto de necesidad es un porcenaje bajo.
¿Qué podemos hacer como consumidores?
En primer lugar planificar el menú semanal, un consejo más que sabido, para comprar sólo lo que se necesite y mirando previamente qué se tiene (incluyendo despensa). Y esto también pasa por el más mercado y menos supermercado: más comprar por unidades y menos por bolsas. Revisa el etiquetado y conserva adecuadamente (tanto perecederos como no, en despensa o frigorífico).
Come de temporada (porque está en el momento óptimo) y por orden de entrada (la más antigua primero, no dejes que se pierda olvidada), aprovechando lo que quede para, por ejemplo, hacer nuevas recetas (histórica cocina de aprovechamiento, platos nuevos con comida vieja), para tirar sólo lo imposible de aprovechar.
Y si comes fuera, puedes pedir las sobras. Al final, antes de ser cómplices de lo que se tire, mejor aprovecharlo posteriormente.
Jay Jay
HACE FALTA QUE EL CONSUMIDOR SE CONCIENCIE. Por lo tanto no es tarea fácil.
Comocuandocomo
Hola Jay, ¡gracias por pasarte y comentar!
Sí. En realidad es tan fácil y tan difícil como que aumente la concienciación, que es donde más desperdicio «prevenible» se produce. Otra manera es intentar aumentar la consideración de «vida útil» en mercados con otras iniciativas… Pero el objetivo debe ser el mismo: que el consumidor adquiera y sepa no sólo que se puede sino cómo puede, ponérselo fácil (y más barato, que siempre entra antes) 😉
¡Hasta el siguiente!
Javier - Ventura Sensitiva
Si tras esta entrada, todo el mundo precisase en el «¿qué podemos hacer como consumidores?», todo iría mejor. Pero, como en muchas otras cosas, leemos la información y luego no la ponemos en práctica…
PD: ¡gran entrada! 🙂
Comocuandocomo
Hola Javier, ¡gracias por pasarte y comentar!
Te voy a ser muy sincero: con que sólo una persona cada semana lea esta información (y a poder ser la compara :P) para ponerla en práctica ya habrá valido la pena. Ayer lo comentaba en RRSS «hoy sí tengo la necesidad de que se sepa; de que entendamos que hay mecanismos, soluciones o propuestas que sin provocar que se rechace a nada o casi nada, ya se consigue mucho».
Y creo que hay que ser el mensaje que hay que lanzar: no te cuesta nada. Incluso podría decirse que «te cuesta menos» porque suele ser más barato aprovechar mejor los alimentos (es como mejor se vende y convence en UK o Dinamarca).
¡Un saludo y hasta el siguiente!