Un conflicto de interés es toda aquella influencia secundaria que puede influir en el juicio primario. Es decir, que lo que yo diga o haga (acción, juicio) podrá estar condicionado, según todo lo que me rodee, bien sea de personal o económico.
¿Tiene toda la población un conflicto de interés? Seguramente. Y aquí podríamos incluir aquello de y quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.
La pregunta que tenemos que hacernos es: ¿se puede evitar?
¿Cuánto de malo es tener conflicto?
En realidad esta pregunta es incongruente, pero es lo que nos preguntaríamos primero al pensar en un «conflicto de interés». No es que tener un conflicto sea malo, es que lo que se debería hacer es detectarlos y saber cómo disminuir su efecto.
Recuerdo que, en las I #JornadasDSP, Eduard Baladia intervino para preguntar si en algún momento se había confundido conflicto de interés con conflicto económico, en la lectura del Libro Blanco de DSP, donde decía:
Sociedad transparente y del libre conflicto de interés; obigación de hacer pública información derivada de la actuación, en cualquier ejercicio de atribuciones del Concilio o Grupo de Trabajo, para generar un ambiente de confianza, seguridad y franqueza, promoviendo que la información generada llegue al público, asociado o no a DSP.
Y es que Eduard tenía toda la razón, podía llevarse a error. ¿Es posible estar libre de conflicto de interés (libre de cualquier sesgo, por lo que mi información es absolutamente neutral y fiable) o sólo queríamos estar libres del conflicto económico (aquello que hago por lo que percibo beneficio económico)?
Quizá es un debate que incluso a día de hoy pueda seguir abierto.
Que me pague una empresa de refrescos puede hacer que hable más de moderación que de mejor no los tomes (conflicto económico) pero existen otros conflictos que podrían hacer que en lugar de un plátano quisiera un refresco (que me guste más) pero con la gente que hay alrededor me cortase y seleccionase un plátano (la sociedad, ah, la sociedad).
¿Se puede estar libre de conflicto de interés? No, probablemente no. Ah, pero, ¿se puede limitar el efecto del conflicto? Porque esa es la gracia del tema, los conflictos provocan efectos en lo que leo, investigo, estudio, creo y hago: sesgos.
El cuento del conflicto
Una alegoría. Imaginad una partida de parchís. Juego con la ficha morada, y muy bien cuando conspiro con la naranja y vamos a por la roja. Esto hace que siempre quiera jugar con la ficha morada, junto a la naranja, que intente no entorpecer sus jugadas e impida hacer a la roja y promueva o consiga vencerla. Esto es un conflicto de interés, y mi conocerlo me deja dos vías: hacer algo por impedirlo o hacer como que no existe.
¿Qué hicimos para impedirlo? Declaramos el conflicto de interés; a partir de ahí puedes elegir o no jugar conmigo, confiar en que mis tiradas son estratégicas o pactadas. ¿Qué más? Empoderar. En lugar de jugar tres personas (morada, naranja, roja) quizá somos 30, o 50 o todo el esprectro de colores, impidiendo cualquier estrategia por pacto. Al fomentar nuevas perspectivas, se escuchan más ideas sobre una misma cosa. Se limita el sesgo (se imposibilita). Esto es disminuir el efecto del conflicto de interés, pero no lo elimina.
De #CocaColaPapers y reflexiones que deben hacerse
¿Es posible entonces que algunos ponentes de las jornadas de Dietética Sin Patrocinadores, que pretende divulgar libre de sesgos, no tengan conflicto de interés? Quizá es que hemos ido confundiendo qué es y qué no es conflicto de interés, o económico, o el que sea. Es muy, muy difícil que lo que dices no tenga un conflicto detrás. Para las siguientes: afinar más en lo que se pide y ser más exigente con lo que nos puede llegar. Pero el filtro, al final, siempre debe ser la gente.
¿Lo más sencillo? El órdago que hemos echado a las instituciones que han cobrado desde 477.000 a 140.000 € en cinco años de una empresa de refrescos: publicad de qué van vuestros conflictos, cómo seleccionáis patrocinadores y entonces podréis buscar medidas para disminuir el efecto, o demostraréis para qué se utiliza el dinero, y no podrán deciros según qué cosas poco agradables (o sí, pero es que entonces os las habréis ganado). La transparencia, que es muy costosa, es el primer paso para evitar ataques fáciles, «es que sois unos vendidos», «es que…». De hecho, esta misma transparencia es la que ha provocado más retrasos en los plazos y que alguna comisión, o el grupo gestor, haya tenido que pedir disculpas en alguna ocasión.
Por esto, Dietética Sin Patrocinadores no es Dietética Sin Conflictos. Y nunca, nunca, probablemente nunca lo vaya a ser. Pero sí hace por disminuir sus sesgos intrínsecos: publica lo que va a hacer, comparte las actas de su «grupo director» (Concilio) entre sus asociados, empodera y rota en los cargos de portavoces y pide que se publiquen sus conflictos de interés nada más empezar una ponencia, con la presentación del propio ponente. La presentación y elección de los ponentes es abierta, igual que la de la sede.
¿Que esto lleva más trabajo? Sí, ¿que se da pie a que haya otros factores en la elección de una ponencia (más allá de la calidad que una persona X le pueda suponer)? También. ¿Que podrían limitarse aún más los sesgos? Probablemente. Todo se andará. ¿Que lleva a más conflictos personales? Pues también, qué me vais a contar. Ah, y no admite donaciones o asignaciones económicas de una persona jurídica (empresa) pero entiendo que esto no puede permitírselo cualquier institución. ¿O sí? Más debates abiertos, ¡pero qué sano es debatir!
Lo importante no es hacer malabares para aparentar que algo no existe. Lo importante es ser consciente de qué pie cojea cada persona (y por qué), directiva o no, con el rol que tenga, para poder disminuir (o al menos diluir) los sesgos y conflictos individuales. Es lo que tiene trabajar en grupo: que diluye la responsabilidad (esto no suele ser bueno) pero también que diluye la opinión individual transformándola según lo que cada uno piense o sienta (esto sí).
El último órdago
En marzo de 2015 fueron las #JornadasIndustria, organizadas por el CODINE – EDINEO y la FEDN. Muchas personas catalogamos esta actitud como valiente, por una razón bien sencilla: parte del colectivo de Dietistas – Nutricionistas estábamos concienciándonos sobre que había algo que podía oler mal en recomendaciones generales y lo que recibíamos a cambio era diálogo. ¡Bien! No reclamábamos necesariamente que la FEDN, o la antigua AEDN, fuera la culpable de presunta manipulación en unas recomendaciones que no eran suyas, pero sí pedíamos un cambio en el compromiso o paradigma de nuestras actividades, reclamábamos que quizá sí se podía romper la dependiencia tácita para organizar una actividad de un patrocinador. O que se podía cambiar el tipo de patrocinador. Y se organizaron unas jornadas donde podíamos acudir a escuchar y, sobre todo, dialogar. Aún guardo buen recuerdo.
Pedíamos que se publicasen los filtros en la selección de patrocinadores; por dos razones: hay muchos argumentos fáciles contra la FEDN («Es que les ha patrocinado por…», «Es que han recibido esto de…») y porque, ¿sabíais que los filtros de la FEDN se están tomando como ejemplo a seguir en otras instituciones internacionales? Ya, poca gente puede ser consciente. A día de hoy sólo puedo defender esa Fundación por lo que sé, no por lo que está publicado. De nuevo, cuanto antes esté publicado, antes nos ayudará a crear conciencia sobre contra quien no hace falta ir, y más después de cómo está el patio (#CocaColaPapers). Al César lo que es del César, y a Bruto lo que es de Bruto.
Y…
Hay algo que digo bastante. Y es que Dietética Sin Patrocinadores no es la versión definitiva de lo que habrá de hacerse. No es la panacea, pero la magia está en que busca mecanismos para hacerse con ese título (inalcanzable, probablemente).
Este sábado veremos qué frutos da el trabajo de dos años: llega la asamblea, la III #JornadaDSP (la primera donde la gente asistente ha elegido absolutamente todo), la primera donde las comisiones darán cuenta de su actividad y donde se evaluará el camino andado desde la que se considera «asamblea constituyente».
Pero antes, nos veremos mañana y el jueves en el #CongresoVAniversario de ADINU Granada. Un evento donde se ha vuelto a demostrar que no hace falta un gran presupuesto, ni unos grandes patrocinadores, para organizar algo. Únicamente un gran esfuerzo de un gran grupo de personas, que dejan de lado su búsqueda o interés personal (en este caso, estudiar para acabar la carrera), para engrandecer el impulso colectivo.
Quizá son palabras demasiado decoradas. Pero es que nunca he escondido que, con algunas organizaciones, tengo un conflicto. Vuestra la información, vuestras las conclusiones para juzgar (o no) mi fiabilidad y neutralidad en lo que diga.
Y que sigamos debatiendo sobre cómo ser mejor asociación, por cómo hacer mejores jornadas, o por cómo seguir creciendo por muchos años.
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