Harto. Harto me tienen los comunicados grandilocuentes que intentan esquivar críticas inesquivables. Que rondan la idea general sin reconocer errores o defectos, sin proponer alternativas, que no dan explicaciones y sólo buscan excusarse con (y escudarse en) la idea de que no hay otro modo.
Porque lo peor es ese discurso del miedo. Si no se siguen haciendo las cosas como hasta ahora, si no seguimos dando nuestro sello al producto que nos han pedido, desataremos el Armageddon. Y seguro que esta excusa (re)suena y vuelve a sonar.
Relaciones entre Sociedades de la Salud e Industria
¿Cuánto habrá tardado el lector en calificarme como anti-industria? El tiempo es inversamente proporcional al grado de colaboración al que acostumbre con ella.

¿Son estas relaciones equívocas, malas, apocalípticas? No. Perdón, no necesariamente. No, per se. Las relaciones entre personas jurídicas (esto es, ficticias) que representan colectividades (profesionales de la salud en un lado, interés mercantil en el otro) no tienen por qué caer en un cliché de oscurantismo destructivo, conclusión habitual en las conspiranoias.
La relación es natural porque son los profesionales, con sus pautas, quienes median entre la población y la industria farmacéutica y alimentaria. Y todas las partes lo saben. Y es aquí donde se producen los conflictos: ¿qué se está respaldando con la colaboración? O, mejor, ¿qué se podría respaldar?
Defensa, pase lo que pase
Parece que la cantidad económica aportada merece (sea cual sea la cuantía – que nunca se conoce por el público) una defensa férrea. El problema es que cuando se defiende así a la industria, se está olvidando que el objetivo de cualquier sociedad de la salud es defender a los del otro lado, al público. Y aquí viene el discurso del miedo:
¡Es que si no fuera así, no podríamos existir!
Palabrería. ¿Se ha probado a no existir sin industria? Quiero decir. Onus probandi. Al que afirma le incumbe la prueba. Existen campañas a diario que logran muchísimo alcance y concienciación y es a coste cero, ¿que puede requerir más trabajo individual y organizar para un fin colectivo? Ah, ¿no importaba la salud? Quizá es que no se han enfrentado al debate o la posibilidad de que de otra manera es posible.
¡Hacemos mucho bien gracias a esta Industria porque pone el dinero que la Administración no!
Palabrería. ¿Dónde queda la reclamación a la Administración de no poner ayudas? ¿Será que no las pone porque está este parche que lo suple? Cualquier momento es bueno para reivindicar, no sólo cuando critican tu modo de financiación y para excusarse. Aunque, ¿dinero de la administración para qué? ¿Congresos a todo tren? ¿No se pueden hacer congresos médicos sin patrocinadores? ¡Vaya!

Y este sí es un mensaje dicotomizable: mientras defendemos a la industria de bebidas azucaradas en particular, o del azúcar en general, por su colaboración, obviamos que son causa de varios problemas de salud, de manipulación desde hace décadas (más) y manipulan aún a día de hoy en políticas de salud pública (de Juan Revenga); mientras un producto sostiene un logo (y más: 1, 2) y lo defendemos con ahínco y subiéndonos a la poltrona, nos pasamos por el arco del triunfo que provocan malos hábitos dietéticos, que el sello está condicionando la compra de ese producto frente a otro. Y quien no vea este agravio comparativo, es que no quiere verlo. Harto me tienen los «estas serán mejores, tienen el logo de los pediatras» no de los pediatras, sino de una sociedad médica, que toma las decisiones entre un grupo reducido.

Mientras nos sentamos en la mesa de colaboración, somos la primera y única barrera que tienen los ciudadanos. ¿Eso lo han pensado los colaboradores?
Preguntas abiertas a las Sociedades
¿Se plantea el colaborante que podría decirle a esa industria que mejorase la composición de los productos o incluso que crease otros productos sí saludables?
¿Se plantea el colaborante que se debería indicar un marketing distinto y sincero?
¿Se plantea el colaborante que está influenciando a la sociedad civil con su marca o sello, que está fomentando mantras denostados por la evidencia científica? («no hay alimentos buenos y malos«, «con moderación todo está bien«, «¿si no qué come el cerebro?«…)
¿Se plantea el colaborante que se financia con lobbies que agasajan políticos por puro interés comercial para desviar formas de actuación y propósitos? ¿Se plantea el colaborante que les está lavando la cara?

¿Se plantea el colaborante que mientras no intente cambiar las normas del juego seguirá siendo parte de la rueda que provoque el aumento de las enfermedads no transmisibles?
Si no se lo plantean tienen poca vista. Si se lo plantean y asumen vergüenza me daría ser su representado. Si se lo plantean, asumen y se jactan de ello, no vengan luego llorando cuando les llamen Suciedades Científicas.
La última frontera: de legislación y ética
Independientemente de que algunas acciones cuenten con un marco legal, se pueden valorar con un prisma ético. Con la industria no hay que ser ingenuos, quiere publicidad y hay que ser cuidadosos (y translúcidos).
Puede ser legal que una publicidad que no sea ética porque mienta o distorsione la visión de la población general. Hay muchos ejemplos y campañas imprecisas. Y dar un sello, no es ético. Sí, es legal, pero no es ético. Una vez más: no es ético, aunque sea legal. Háganselo mirar. O salgan de un núcleo de retroalimentación y reciban nuevas perspectivas.
Mass Media y sectas
¡Como incomoda el poder mediático! Sobre todo porque se se hacen por medios no habituales que promueven una democratización de la comunicación y son públicos: cualquiera puede opinar, o lanzar su opinión y un tweet vale igual que otro. Pues aquí más leña al fuego.
Pero no nos equivoquemos. No es más democrático (pero sí más sectario) que tres personas decidan sobre una colaboración o dónde va a ir un sello, mientras están encerrados en un cuarto o en un hotel (y quizá hasta pagado con dinero de industria, mientras sus colegas están asistiendo a charlas en un congreso). La democracia está en la confrontación de opiniones y en lo que surja de un debate plural y legitimado por los participantes. Cuanta menos gente, menos pluralidad. La democracia es eso que podrán enarbolar cuando se valoren más perspectivas, más métodos y se reduzcan los conflictos de interés diluyéndolos con infinidad de estrategias con las que actualmente se cuentan (por ejemplo, preguntar para empezar, cosa que ayer hizo la FEDN, ¡ojalá ahora se creen espacios de debate participativo!).
Si lo que se trata ahora es de tachar de secta a todas aquellas personas posicionadas en contra de este tipo de prácticas para desprestigiar lo que dicen, déjenme decirles que… ¿menudo argumento cargado de miedo y mierda, no?
¡Ah! Y me adelanto a la pregunta típica: ¿Entonces queréis un mundo sin patrocinios? ¡No habéis entendido nada!
Es evidente que el patrocinio es necesario, papá Estado no pude pagarlo todo, pero lo que no se puede permitir o hay que estar vigilante ante ello es cuando se pone al lobo al cuidado de las gallinas. Antaño las empresas tabacaleras pagaban a las sociedades médicas, hoy por fortuna esto es impensable. Creo, confío y espero que con el paso del tiempo, lo que ahora parece normal que algunas empresas «patrocinen» ( compren) algunas eventos, el día de mañana sea cosa del pasado y quede dentro del anecdotario.
Hola JJ 😉
Permíteme que ahonde en el comentario, sólo por escarbar. ¿Necesario para qué? Me refiero, entiendo que se busque que un Congreso o una jornada sean accesibles/asequibles al público objetivo, ¿pero y por qué siguen saliendo tan caros? Me gustaría ver los números, para detallar los posibles gastos superfluos (de los que sí creo que se encargan algunos patrocinios).
De todos modos, es lo que tú dices: no todo vale. Estamos poniéndole al lobo una insignia por lo bien que cuida de las gallinas y haciendo como que no pasa nada. No todo vale.
¡A ver si algún día queda en el anecdotario! Mientras tanto, sigamos confirmando que otro modo es posible, para los que no confían en que las cosas no sólo deben, sino que también pueden cambiar.
¡Un abrazo y gracias por pasarte a comentar!
«papá Estado» discurso liberal…si lo prefieres individualizamos los problemas colectivos para dividir a la población y que así las corporaciones hagan lo que les salga de los ****** ¿Será lo que pasa en la realidad? Si la administración no tiene o no pone dinero, no has pensado que puede se más una cuestión ideológica que presupuestaria, debido a que representa los intereses de las corporaciones y no del pueblo.
Hola Sergio,
Estoy de acuerdo contigo en que el pensamiento liberal genera una división de la población (en cuanto a términos puramente epidemiológicos: una causa que genera una consecuencia general en la población, probablemente la culpa no esté en cuestiones individuales).
Pero no creo que se deba a una cuestión ideológica (que una admon no ponga dinero para un colectivo concreto) sino más bien de gestión de recursos. Cuando se crea un proyecto sugestivo de financiación pública, debería redundar en efectos positivos para la población general. Y eso, hoy día, ¿en un congreso anual? ¿Una jornada puntual? No lo creo…
Al final, si el Estado debiera subvencionar los colectivos para sus encuentros profesionales probablemente no habrían tantos gastos superfluos, pero es que creo que a los propios colectivos no les interesaría…
¡Gracias por comentar! 🙂
Ante todo enhorabuena!! Por el blog, por los contenidos y por poner el dedo en la llaga allí donde (SÍ) toca.
Hoy hace un año (más o menos) d tu primera publicación y debo decirte que para un dietista-nutricionista que, al igual como tú, no nos dedicamos a la consulta (me dedico a la docencia) es un verdadero soplo de aire fresco.
Voy al grano, que me enrollo y como dicen mis alumnos: me voy me voy y no vuelvo…jeje. Pues eso, ¿otro mundo es posible? No lo dudo, pero no creo que sea fácil (soy pesismista en este tema, lo siento), tenemos q hacer ver lo que supone el patrocinio por parte de industrias que no contribuyen a adquirir hábitos saludables…nosotros lo tenemos claro.. pero todos lo tienen? Y cuando digo todos me refiero a organizadores, sociedades científicas…
Saludos!
Hola Albert, ¡muchas gracias por comentar y por tus palabras!
Tampoco creo que sea fácil un cambio completo del modelo de visión que tienen muchos directivos, pero sí cada vez más hay cuestiones que se están sacando a colación, que se intentan como mínimo debatir. Evidentemente, somos «novatos» en esto, acabamos de llegar. Y hay un argumento facilón «¡es que no sabéis lo que conlleva hacer algo así!» como negando que tuviéramos ojos, manos o ideas.
Pero la idea cala y cada vez en más gente sube y suma en la reclamación de que algo hay que hacer. Y cada vez son más los argumentos: jornadas con menos patrocinios cuestionables o que ya no tienen, congresos sin gastos superfluos,… El cambio en los «coffe-breaks» por fruta en lugar de procesados ya es un paso que se ha dado después de muchas de reclamaciones, sólo por poner un ejemplo.
Probablemente, no todo el mundo caiga en la importancia de estas cosas. Pero nadie o nada es para siempre, y nos tocará demostrar que otra manera es posible, con el tiempo y las ganas de cambio que llevamos. Y ya habrá más ejemplos, más pasos y, quién sabe, quizá hasta una legislación de verdad.
¡Un abrazo y gracias de nuevo por tu comentario!