Antes de empezar, hago dos avisos: a) que el título no es cosecha mía, sino del montaje homónimo de la compañía teatral Atirohecho y b) ¿Habéis oído hablar del TTIP? (o sea, el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones, negociado entre la Unión Europea y Estados Unidos desde 2013).
Bien, hechas las presentaciones, vamos al asunto. ¿De qué va esto del TTIP y en qué nos afecta, hablando de <<nutrición>>?
¿Afecta a todos? Sí, ¿a todo? Pues sí
Afecta a todos los sectores y a todas las personas. Pero voy a ser reduccionista. Hablemos de cómo en el campo de la <<nutrición>>.
Entendiendo que está implicado en sectores fundamentales como son la Alimentación, la Sanidad y el Medio Ambiente; ¿lo haría o son delirios? ¿podría afectar el comercio o las inversiones?, ¿de verdad? Puedes creerlo, o no. Aquí cada uno es libre (como el mercado). Pero te anticipo: sí, bastante más de lo que se piensa.
Antes de decirte cómo podría hacerlo, hay que tener en cuenta que es un tratado que se está firmando a-puerta-cerrada. Que está recibiendo presiones-de-lobbies que no han demostrado nunca unas ganas tremendas de hacer valer la salud de la población por encima del beneficio económico.
El razonamiento fundamental es: armonizamos (aunamos) la legislación entre Estados Unidos y Europa y protegemos las inversiones externas (negocios, inversiones privadas) implementando el ISDS (Solución de Controversias entre Inversores y Estados): un negocio externo puede demandar a un estado por «poner trabas» a su inversión. Una traba es una, por ejemplo, una política laboral o medioambiental, que evite que se pueda trabajar durante 40 días continuados o que proteja fuentes renovables de energía frente a no renovables. Choca con los intereses del liberalismo. El liberalismo alimenta al mercado más voraz e insaciable. No interesa: pues te demando, porque puedo. Un negocio demanda al gobierno y su población paga la cuenta. ¿Soberanía? Eliminada.
Y esto no va de asustar a nadie, o meter miedo. Va de crear conciencia, que hay mucho que perder. Gente, no sé cómo pararlo, pero sí que hay que difundirlo. Porque el TTIP va de beneficiar a las élites empresariales a costa de derechos, sociales o ambientales. Porque al dinero no le importa la gente, le importa los números.
Este es el contexto. Y antes de que te de tiempo a respirar, ¿en qué te afecta?
Alimentación
Las regulaciones europeas en materia de seguridad alimentaria molestan. Prácticas sí permitidas en Estados Unidos podrían autorizarse en Europa. Armonización de los estándares, se llama. Principalmente, autorización de farmacología (como hormonas potenciadoras del crecimiento; justo ayer salía un nuevo artículo sobre esto) o prácticas sobre el ganado no permitidas hasta ahora.
La regulación sobre organismos genéticamente modificados, no gustan; sobre todo porque la normativa en Estados Unidos es muy, muy laxa. Puede que los alimentos transgénicos pudieran tener un abanico de potenciales ventajas en su idea inicial. Si perdonamos lo que no sabemos sobre su efecto en la salud, seguiríamos incurriendo en un error: esto va de las nefastas condiciones que provocaría cultivar o promover los transgénicos como en EEUU. No es sólo salud, es medio ambiente, es modelo de producción. Es que así se acabaría de eliminar de un golpe todo el sistema agrario actual, que ya ha dejado malherido este tema.
Lo que provocaría es que consumiríamos alimentos del otro lado del mundo y de una calidad brutalmente baja por el tipo de producción y con libertad para usar cualquier producto para aumentar su rendimiendo. Porque lo que interesa es vender más a menor precio.
Es eliminar la soberanía alimentaria, ¿come de aquí y de ahora? Pues ya no. Todo es producir más, a menor coste. Y, a la larga, aún más desperdicio alimentario por el injusto reparto de recursos.
Incluso se cuestiona utilizar el «principio de precaución» o las normas actuales del etiquetado de alimentos. Porque son barrera al comercio. Y el mercado no se para por una barrera, la revienta y sigue adelante.
Para saber más: TTIP: el campo cerrado por defunción.
Sanidad
Hay que tener en cuenta de qué sistema nace este TTIP: los lobbies estadounidenses están interesados en los servicios públicos sanitarios europeos. ¿Para fijarse y establecer uno parecido?, ¿mejorar el obamacare? Pues no precisamente. La sanidad pública es un campo virgen que explotar, ¿cómo podría ocurrir? Se llama adjudicación (y al mejor postor); y lo que se pretende es darle rienda suelta a las adjudicaciones públicas al sector privado. En España ya pasó con los servicios de limpieza, luego ha caído el catering o las lavanderías. Liberalización vía privatización.
El problema es que la mercantilización de la sanidad es indirectamente proporcional a la calidad asistencial. Se tiende al sistema sanitario estadounidense. Si queréis saber qué piensa la FADSP (Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública) podéis descargar aquí su opinión: «Su aprobación [del TTIP] incrementaría los gastos sanitarios para los gobiernos poniendo en riesgo la sostenibilidad de los sistemas sanitarios públicos. Dificultaría el acceso a los medicamentos por parte de la ciudadanía, aumentaría la irracionalidad del sistema, disminuiría la equidad y la universalidad de la atención sanitaria.«
Por otro lado, se ha hablado de aumentar la duración de las patentes de medicamentos, limitación de la potestad de gobiernos para fijar el precio de los medicamentos (matar el acceso universal). Quizá a esto se referían McKee y Stuckler en 2011 con su artículo para BMJ: The assault on universalism: how to destroy the welfare state.
Medio ambiente
Si no es suficiente con que a la mayoría de la población se la sople directamente el medio ambiente y el futuro de la especie humana («o construimos un futuro para todos o no habrá un futuro aceptable para nadie«, decía la FAO el último Día Mundial de la Alimentación, y recogí aquí), ¡pues más leña del árbol caído!
Un incremento de intercambios atlánticos de alimentos (o productos de cualquier tipo, pero enfoquémonos,…) produce día tras día riesgos para los recursos naturales: desde los contaminantes, pasando por el aumento de la huella de carbono (Impact Assessment report on the Futuro of EU – ES Trade Relations; ver punto 5.8.1 «Analysis of (…) CO2 emissions») y poniendo en peligro aún más la biodiversidad.
Si desaparecen regulaciones medioambientales, se provocaría que en Europa se eliminasen políticas que intentan reforzar las energías renovables frente a los agrocombustibles (de todo, menos renovables): venga la refinería de petróleo, dándole a la exportación de gas desde EEUU y a una expansión del cada vez más famoso fracking.
Nunca más soberanía energética. Es decir: «si el Ayuntamiento quisiera recuperar la gestión del agua y de la energía con la finalidad de asegurar su suministro a todas las familias del municipio, esto no sería posible. Ni tampoco se podrían reducir las externalizaciones de los servicios en el ámbito regional (…), ya que los inversores transnacionales, a través de las demandas indemnizatorias (ISDS), les impondrían unos costes multimillonarios«.
Y esto es sólo una aproximación
Para saber más:
- Campaña para frenar el TTIP
- Vídeo explicativo sobre qué es el TTIP en dos minutos.
- Mini documental más amplio.
¿Podremos pararlo?
Y aquí no voy a ser neutral: ¿sabéis quién se ha posicionado a favor del TTIP? Todos los Eurodipitados de PSOE, todos los del PP, la de PNV, los de Ciudadanos, UPyD y el de CDC (noticia, noticia). En contra votaron todos los de IU, EH Bildu, Alternativa Galega, Compromís, ERC y Podemos. Aquí los tenéis desgranados. Quien esté de acuerdo con el TTIP sólo está de acuerdo con su cartera, no de la población a la que debería defender.
La persona (no empresaria, de esta gente de a pie) que esté de acuerdo con el TTIP es una inconsciente. Y no sabe qué es la empatía.
Actualización del 07/05/2016: Esta entrada se convirtió en presentación para las III #JornadasDSP, celebradas el día 7 de mayo de 2016 en Alicante, denominada «menos lobbies, caperucita». Accede a las diapositivas, con fuentes y bibliografía recomendada, aquí:
Este tratado se está elaborando mediante los tejemanejes de los sectores empresariales que mueven el mundo, farmacéuticas, agrolimentación y tecnológicas. La pu**da es que lo hacen dando de lado nuestras opiniones.
Como bien dices serán las pequeñas explotaciones las que perderán sus aspiraciones, sueños e ilusiones a favor de las grandes empresas agrícolas y de alimentación. Y efectivamente, eso es pasarse la soberanía alimentaria y la calidad de los alimentos por el arco del triunfo.
Como se pretende que nos rijamos por la legislación de EUA el resultado será que se nos colará de todo, o sea que si, despidámonos del principio de precaución. Para algo bien hecho que hicimos en Europa…querernos parecer a EUA es deprimente y muy sumiso.
Nos referimos a un tratado que pretende que cambiemos nuestro estilo de vida, y por supuesto, lo que trae de la mano es una perdida de nuestros derechos laborales, así de claro.
No dejar caer en el olvido lo que está ocurriendo es muy necesario (y bajo mi punto de vista posicionarse en contra del TTIP, también lo es). Gracias por esta entrada!!! Magnífica!
Hola, Joan Carles 😉
Querer parecernos a los EUA es deprimente, estoy de acuerdo. Legislativamente, Europa es la última frontera para conseguir mejorar el sistema alimentario a largo plazo. Y como nos sigan metiendo el caballo de Troya,…
¡Gracias a ti por pasarte!