Desde hace un año, la legislación vigente en cuanto a etiquetado es diferente (Desde el 13 de diciembre de 2014, implementándose el Reglamento (UE) 1169/2011), promoviéndose que sepamos más sobre qué estamos comiendo y mejorando el sistema anterior.
Sin embargo, esta información sigue deficitaria; sí, se nos ha etiquetado de menos. Y, a la vez, nos sobran etiquetas sociales allá donde miremos.
Las nuevas etiquetas, que nacieron siendo viejas
¿En qué se basó este nuevo etiquetado? En especificar mucho más la cantidad, hablar de los alérgenos y del origen de los alimentos. ¿Qué le faltó para acabar de atinar? Gran parte de lo referente a calidad, que es donde realmente podrían encontrarse reclamos de salud. Se especifica la cantidad de un macronutriente, pero no su calidad. Se siguen englobando las grasas en grandes grupos, cuando no todas las saturadas podrían ser tan nocivas y cuando lo que se debería indicar es la calidad del aceite utilizado, aunque se mejorase la trampa de los aceites vegetales. ¿Y qué se hizo contra los Health Claims (Declaraciones de Propiedades Saludables) que pueden resultar abusivos o irreales? Prácticamente nada.
El etiquetado, que nace como una garantía de elección en nuestra dieta habitual, podría ser bastante mejor.
Para saber más y bastante mejor, debéis leer este post de NorteSalud.
Pero, ¿para qué revivir un debate y algo que era actual hace un año? En primer lugar, porque hay temas que no deben olvidarse y siempre están al día. Y en segundo lugar, por lo que viene ahora: El sobre-etiquetado.
El sobre-etiquetado: ¿qué?
Vivimos en una sociedad con la incansable manía de crear categorías y etiquetas para clasificarlo todo, para después generar un ranking subjetivo. Desde las relaciones personales, hasta las decisiones académicas. ¿Cómo iba a escaparse la alimentación de algo que está tan inculcado culturalmente?
¿A qué me refiero como sobre-etiquetado? A la manía de clasificar cada alimento según el tipo dietético en el que sea admitido, olvidando entonces que quizá es saludable (o no) por su propia composición, más allá de su designación comercial o tradicional con una etiqueta, o que quizá es saludable (o no) en el contexto de una alimentación completa.
Hace un tiempo, Carlos Ríos compartía un ECA sobre los efectos de un consumo de aguacate (1/dia) en una población controlada. Alguien compartió el tweet, especificando «#Paleo, el consumo de aguacate…». ¿Perdón? ¿Cómo que #Paleo? Es que ahí se pueden sobreentender demasiado que no está representado en este caso. ¿Y si hubiera sido #Vegan, #Macrobiotic, #Clean, #Pegan, #Mediterranean,…? Lo mismo, y las opciones son infinitas.
¿Puedo comer aguacate porque es Paleo, o simplemente porque es, en el marco de una alimentación correcta, saludable? ¿Nos hemos vuelto dietéticamente locos ya?
Cuando la nutrición fue dogma y la dietética su Padre Nuestro
Hace no demasiado, conocí a una persona que seguía un estilo dietético concreto, la dieta macrobiótica. «¿Así que tú eres el nutricionista?«. Vaya, venía advertida de casa.
Cuando el dogma aprieta, ¿qué vas a hacer, chocarte contra la pared? Es así, las creencias personales y sus divergencias han provocado guerras. «Dietista – Nutricionista» – correcciones por delante – y entonces dices lo que tienes claro, en un idioma divulgativo «la base científica es errónea, pero eso no quiere decir que cómo comas esté mal«.
No es cierto que los alimentos basifiquen, alcalinicen o provoquen los cambios que defiende la Dieta Macrobiótica. Científicamente, es incorrecto. Dietéticamente, puede no estar tan mal, y esto también hay que explicarlo, dejando claro que donde ha fallado de frenada es en pensar que su credo es el correcto. Cuando la verdad, es que no hay credos particulares.
«Mira, yo podría hacer un menú y que tú dijeras ‘eh, esto entra en los estándares de mi dieta macrobiótica’, y puede que lo hiciera, y también en el de otros estilos dietéticos» – continué, aunque fue una discusión muy larga- pero, y aquí viene la clave «la diferencia es que comes en base a una creencia supeditada a una etiqueta«. Esperas salud porque eres macrobiótica, no porque estés comiendo mejor. Mec, error de contenidos.
Lo que pasa, es que yo no voy a engañar a nadie. ¿Quién dijo que «En nutrición es más fácil engañar a alguien que hacerle entender que le han engañado»? Debió registrar esa frase.
¿Te alimentas así y te gusta, te viene bien, es completo? Genial. Pero no pienses que es así porque estás regulando tu acidez, tus chakras o las ondas paravitales, es simplemente porque has apartado procesados (¡bravo!), has eliminado alimentos que te sentaban mal (¡normal!) y haces ejercicio físico (¡muy bien!).
Hacer entender las causas de una mejora en la salud desde un punto de vista aséptico y positivizando el mensaje no sólo es básico, sino necesario para poder hacer a la gente consciente de una educación alimentaria que se está inculcando a sí misma, aunque esta educación empezara basándose en datos científicamente erróneos. Tú estás comiendo mejor, tú estás mejorando por ti misma, y no porque una etiqueta alimentaria te consiga mejorar.
Esto me recuerda a un encuentro con un comercial de Herbalife, donde su argumento principal era que un tomate ya no es un tomate, y su base era que aunque las mejoras fueran por efecto placebo, el placebo también es un efecto.
No voy a engañar a nadie, no voy a decirle «Come así porque te alcalinizas los chakras«. No voy a decir «tómate esto porque te va a venir genial y es ultracompleto» sabiendo que si pasa algo, será placebo. Porque eso no es educar una alimentación, sólo generar dogmas y más falsas creencias.
Es decir. Etiquetar alimentos como que son del tipo macrobiótico, runner, paleo, mediterráneo… Sólo porque así conseguirás todos sus súperpoderes, es inútil. Probablemente, incurrirás en una paletodieta. Porque es muy sencillo hacer una dieta de exclusión muy mal.
¡Eh! Menos hablar y más ejemplos
¿Alguien recuerda el pan para #Runners?
He rechazado procesados porque soy Paleo, pero ¿quieres una paleobarrita?
No voy a comer carne porque creo que la dieta vegana es la mejor opción para la sostenibilidad del planeta, pero estoy desintoxicándome
Desde luego, y ante lo que pueda parecer, no busco hacer una crítica fácil desde la reducción. Simplemente, hacernos conscientes de las incongruencias a las que la sociedad estamos sometiéndonos con el sobre-etiquetado.
¿Es cierto que una dieta tipo X, por su exclusión o inclusión, puede ser beneficiosa? Sí y no. Según para qué población. Según con qué condicionantes. Según circunstancias individuales. La exclusión de cereales con gluten es beneficiosísima en celíacos y es innegable. No sería mejor pensar si… ¿será cierto que cambios de hábitos promueven mejora de la salud? No será mejor pensar que… ¿Y si se individualizan los casos, se adaptan las recomendaciones…?
Quizá cuando nos olvidemos de darle importancia a la etiqueta social del alimento, entendemos de otra forma las necesidades de una dieta de exclusión en algunos casos, porque el punto de vista será diferente.
¿Lleva a algún sitio que sigamos clasificando los alimentos sobre si casan o dejan de casar con la ideología?
¿O quizá deberíamos convertirnos todos al ateísmo nutricional?
¿Nos olvidamos de etiquetas, por favor?
Jay Jay
En esta sociedad todo esta politizado y luego pasa lo que pasa…
Comocuandocomo
¡Gracias por pasarte, JJ!
Por politizado que esté, probablemente quien se encargue de redactar estas cosas sea gente formada para ello, y hay que incidir en cómo se puede conseguir un mejor etiquetado nutricional.
Con respecto a la politización en el sobre-etiquetado, probablemente más que politizado esté entremezclado entre ideologías, culturas, hipótesis refutadas e hipótesis por refutar.
Sarmale
A ver. Estoy de acuerdo en todo, mirando the big picture. Pero sí es cierto que yo quiero etiquetas que pongan Vegan. Porque me ahorro leer los ingredientes. También es cierto que, salvo el pan integral y la pasta, no compro nada procesado, pero lo mismo un día me da un apretón. Es lo mismo que con los celíacos. Que también sufren de sobre etiquetado, porque a ver las patatas fritas desde cuándo llevan gluten. Me refiero a las normales.
Y con alérgenos también. Un amigo muy alérgico a frutos secos no podía tomar pimentón porque, para que no se cree una nube, le ponían un pelín de aceite de girasol. Pero eso no aparecía por ninguna parte.
Comocuandocomo
En los casos de celíacos o alérgicos son diferentes. No es una elección personal. Y debe estar legisladísimo y controladísimo, de hecho con la normativa 1169/2011 se les mete mucha caña, cosa lógica, y que antes no era tan relevante en una normativa.
En el caso del planteamiento vegan, no lo veo igual. La decisión que tomas al elegir no comer alimentos de un origen entraña un riesgo que debes asumir y preocuparte porque tú mismx adoptes las costumbres de tu ideología. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad, que decía el Tio Ben.
De todos modos, la crítica no es desde el reclamo de «puedes comer esto porque es apto para tu elección», sino de que se haga marketing desde el punto de vista que es mejor, necesario o útil que lo consumas. ¿Es necesario que exista el bacon vegano?
Sarmale
No, a mí me parece una guarrada. Pero hablas como si la elección correcta fuera comer carne y pescado. 😉
Comocuandocomo
La elección correcta no puedo decirla, tiene que ser personal. En ningún momento he ido a decir que la dieta vegetariana o vegana fuera magufa o incorrecta científicamente, sino que es otra etiqueta y término que además de utilizarse con un fin social, se utiliza por el marketing para generar un reclamo que probablemente sea confuso con el fin inicial o por el que tú lo inicias.
Si yo soy OVL por sostenibilidad, ¿no sería ilógico que consumiera un alimento envasado dentro de tres plásticos y que proviene de una explotación intensiva? ¿No sería hipócrita? Y sin embargo, ese producto podría llevar la etiqueta de «vegan»
Sarmale
La elección correcta no es personal, en tanto en cuanto que, de los modos de producción y demás, nadie se entera porque no se plantea la opción de enterarse. La gente piensa que la vaca da leche todo el año. 😉
Aitor Sánchez García
Etiquetar todo.
Ser o no ser, ¿y los que estamos en medio? ¿Lo somos todo o no somos lo suficiente? A veces me siento como Pi, en la peli, y me encantaría tener muchas religiones. ¿Por qué renunciar a todas etiquetándote en una?
That’s the way Luka 😉
Comocuandocomo
¿Qué es la etiqueta? Un frenesí.
¿Qué es la etiqueta? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño
que toda la etiqueta es sueño,
y los sueños, sueños son
¡Gracias por pasarte, Aitor!
nicflamel
La desinformación en nutrición por parte de la población general (e incluso «especializada») es brutal, y el tipo de sobreetiquetado que mencionas solo lo hace peor.
En mi opinion, algo mucho mejor seria que los productos alimenticios procesados siguieran una normativa de etiquetado similar a la de los medicamentos, mucho mas estricta, «científica» y potencialmente util de verdad para el consumidor, o que si se muestra insuficiente, el usuario tenga que recurrir a un profesional calificado si le interesa consumir el producto por algún motivo en especifico, sobretodo relacionado a la salud.
Comocuandocomo
Hola Nic, ¡gracias por pasarte y comentar!
Lo que propones es interesante, y desde luego una propuesta bastante aséptica. El problema sería quizá tener que explicarle a la población que esto no es un medicamento aunque se parezcan en que son productos compuestos.
Quizá la clave (además de educar a la población, básico, o gravar los alimentos malsanos con impuestos, algo con más detractores claros) sea aplicar un código de regulación coherente y que, desde luego, no se base en la autorregulación, y que se imponga sobre todo en la publicidad dirigida al público infantil y en los productos con health claims «escondidos» (como el caso de Activida, que comentaba hace tiempo Scientia http://scientiablog.com/2014/09/03/activia-y-sus-barrigas-felices/).
En todo caso, queda bastante por hacer.
¡Nos vemos en el siguiente! 😉