Desde hace unos meses sostengo (no es de mi propiedad, lo leí en algún sitio seguro) que es tiempo de radicales.
¿Qué quiere decir radical? Es la persona parditaria de reformas extremas (ojo, también intransigente o tajante, según la RAE, pero como son otros adjetivos utilizo el que sintetiza lo que quiero reflejar). ¿Y por qué es tiempo de radicales? Porque en la dietética y la nutrición se ha estado años bailándole el agua a la Industria Alimentaria, y ya toca desembarazarse de su mensaje y de la podredumbre.
¿Qué hacemos aquí?
Diferenciación necesaria. Contra los mensajes erróneos y los mitos se lucha día a día, pero el cuadrilátero cambia según dónde, cuándo, cómo y, sobre todo, con quién. El público.
No es lo mismo escribir un artículo científico (target, u horquilla de población, concreta: probablemente tus pares o especializados afines) que divulgativo (target incontrolable). Igual que no es lo mismo estar hablando relajadamente en la mesa de una cafetería que detrás de una mesa de consulta. El discurso cambia, debe cambiar. Pero el mensaje final, pues no.
La bollería es bollería. Aquí y en cualquier otro artículo. Los productos supérfluos son supérfluos, en Cataluña y en Extremadura. No hay que perdonarlos y el objetivo es retirarlos de la alimentación normal.
Sí, hay alimenos buenos (sanos) y productos malos (malsanos). No, no hay que comer de todo. No voy a comer azúcar refinado chocolateado soluble, ni derivados de cereal grasientos, azucarados y salificados hasta morir. Porque es un producto malo, malsano.
«Nuestra misión es adaptar la realidad»
¿Por qué se permite abrir tiendas de comida rápida delante de colegios?
¿Por qué se permite que haya máquinas de vending con ultraprocesados en los hospitales y se desechan alimentos?
¿Por qué se permite jugar con la felicidad de la gente en los comerciales de productos supérfluos?
Esta es la realidad. La sobreexposición a agentes externos nocivos para la salud, sobre todo la salud infantil (obesidad de hoy, Síndrome Metabólico para mañana). La solución no será la que contente a ambos actores (Salud Pública Vs. Industria Alimentaria). Esto no es una discusión de dos niños por una pelota o una pelea fortuita en la que haya que mediar. La solución no es «fumarás a más de 50 metros de un colegio». Es no fumar, porque no aporta ningún (absolutamente ningún) beneficio. Es más, aporta perjuicios, siempre.
Esto también es realidad:
La realidad es que una persona en España consume 111 gramos de azúcar diarios.
Tenemos que adaptar la realidad. Es una responsabilidad enorme, pero que debe estar libre de ambigüedades cuando el mensaje se lanza para estar en manos de cualquiera que pueda captarlo. Excelencia comunicativa. Es el riesgo de querer exponerse.
Cuando el 70 – 80% de las enfermedades por las que se muere la población podrían prevenirse y no se hace nada por la prevención desde las instituciones públicas (excepto iniciativas de autorregulación que no se cumplen) y mucho por el fomento de la enfermedad (que ciertas marcas sigan promocionándose ya es un favor para la propia enfermedad), la postura de los profesionales que podrían hacerlo posible debe ser diametralmente opuesta.
En otras palabras, cuando hables al mundo (público general): no recomiendes galletas, no perdones bollería, no digas que un poquito de alcohol pues bueno. En consulta, ya hablaremos (cambios progresivos, mismo objetivo pero diferente escenario, menos actores, atrezzo distinto). Pero, ¿cuando se divulga en alimentación? Por favor, nunca (más) comentamos este error.
Y viene la Navidad
Mejor ejemplo imposible. ¿Qué se dirá en consulta? Pablo Zumaquero dejaba dos ejemplos (1, 2). Se llamará a puedes cambiar, a no compres, a relégalo a sólo unos días. La tentación es dura, y probablemente pasar por prohibir sea destructivo para el mensaje y no cale en tus pacientes.
Y, ¿qué pondrás en tus mensajes al mundo? (Fuera de consulta, en tus redes, en tus artículos). Yo, para no lanzar la piedra y esconder la mano, lo digo ya:
La mierda siempre es mierda
Los productos supérfluos, sobran. Las galletas, los yogures azucarados, los cereales de desayuno. Mierda. ¿Quieres salud? No los tomes. No los recomiendes. No los perdones. Sustitúyelos. Pero es que es muy difícil sustituirlos. Muy difícil.
Es tiempo de radicales
Nos llueve la publicidad que embauca. Y son chuzos de punta. Aunque se haga creer que la Industria Alimentaria tiene voluntad de cambio, iniciativa saludable o, quién sabe, «responsabilidad social corporativa», nos la están metiendo doblada y sin piedad. Y ya hay mucha gente que baila el agua que cae.
Nadie dijo que crear conciencia fuera fácil, que calasen las razones científicas por encima de las emocionales. Aunque si en España nos creyésemos lo de la prevención no tendríamos una #SanidadDesnutrida, pero esto daría para todo un blog.
Es que igual no es para tanto. Oiga, que sí. Que si disminuye, disminuye y disminuye, mejor. Que si erradica, habrá ganado. Que si no puede, ahí tenemos que estar para ayudar. Y esto pasa por ser conscientes de nuestro potencial, un gran poder conlleva una gran responsabilidad: en este caso, nuestra responsabilidad es la excelencia comunicativa cuando se divulgue casi cualquier cosa, porque nuestro poder es ayudar a fomentar la salud de cualquier persona a la que accedamos.
Es tiempo de radicales, porque frente a nosotras y nosotros tenemos otros tantos miles de radicales que encima tienen dinero y están entrenados para vender:
The food and beverage companies surveyed for this Report spent more than $1.6 billion marketing their products to children and adolescents in 2006. (Fuente)
Ya está bien de dar mensajes promovidos (y enseñados a fuego) por quienes tienen más intereses: no hay que comer de todo, no hay que comer bollería; las galletas son bollería; los cereales de desayuno, también; hay alimentos buenos y malos. Y si bien prohibir puede no ser efectivo, crear conciencia es una necesidad imperante.
Seré más papista que el Papa. Seré un radical. O un talibán. Sea lo que sea, sé lo que está en juego y quién tiene las de perder.
Más madera:
- ¿Te contaron que lo mejor es comer de todo con moderación? Vale, pues te mintieron
- Sugerencias de la OMS para restringir la publi de alimentos dirigida a los niños
- La industria alimentaria: gran contribuyente a la obesidad
- Mentiras científicas del azúcar. El negocio millonario de ocultar sus efectos a la población
Jay Jay
El problema reside en que muchos «profesionales» de la salud discrepan de tu (nuestro) discurso y el que sale perdiendo de ello es el ciudadano, que se ve en medio de este debate, que no tendría que existir. Añade el adjetivo de «Nutriborroca» sugerido por una buena amiga. Nos han llamado ya tantas cosas…
Comocuandocomo
El problema también es que el discurso de la calma y la sensatez parece más lógico, junto a un marketing que pone el lazo con afirmaciones sobre el balance energético (patético) y perdonavidas tranquilizador (no hay alimentos malos, hay que comer de todo,…).
La realidad supera a la ficción y resulta que incluso se está consumiendo como querrían las grandes marcas que quisieras. Ya hay poblaciones donde se ve raro tomar agua porque no sabe a nada o donde se diagnostican casos de Diabetes Mellitus Tipo II con quince años o menos. Inimaginable hace una o dos décadas.
¡Gracias por pasarte a compartir, JJ! ¡Abrazo!
Lic. Rodrigo Reyes
Excelente post, felicitaciones!!!
Comocuandocomo
¡Gracias, Rodrigo! Sobre todo por comentar, además de pasarte a leer 😉
Ana
Tu post me parece GENIAL! Cuesta mucho hacer entender que no comer mierda no es ser un radical. Tampoco estoy a favor de regañar a todos los que lo hacen, porque creo que no es nada agradable y sobre todo porque tampoco me parece eficaz.
Hace falta más consciencia sobre las consecuencias de este tipo de alimentación, del síndrome metabólico, más estudios, y sobre todo, encontrar la manera de LLEGAR A LA GENTE y no sólo leernos entre nosotros los profesionales sanitarios.
Creo que el mejor camino es la EDUCACIÓN en las escuelas, en los centros de trabajo y en la hostelería. Y para que lleguemos aquí, tiene que llegar a verse como una necesidad. Que digan, oye, la obesidad se lleva mucho dinero de la seguridad social. Y la diabetes. Mira, no sé si vivirás 100 años no comiendo eso, pero al menos probablemente tendrás mejor calidad de vida,…
Aunque sea feo sacar temas políticos (no me gustan ninguno de los partidos mayoritarios), hace poco en twitter todos los políticos salieron diciendo «YO TAMBIÉN SOY FONDÓN» y colgando fotos comiendo auténtica BASURA. En mi opinión es penoso todo en general, pero es un ejemplo de lo que les importan las políticas de salud pública en educación nutricional a todos los políticos.
http://www.huffingtonpost.es/2015/12/07/zas-villacis-fondona_n_8739204.html?ir=Spain&id_externo_promo=ep-ob&prm=ep-ob&ncid=ep-ob
Comocuandocomo
¡Hola, Ana!
Estoy de acuerdo contigo en todo. Y un apunte, sí veo un cambio de tendencia en la política. Quizá el hecho de que existan partidos emergentes hace que se amplien las miras, o quizá es que ya es una situación demasiado insostenible. Justo ayer El Comidista compartía este artículo en el que se ve… Un cambio, un nuevo y necesario enfoque. Que un partido político hable de la nutrición en los colegios (por nutricionistas) y de Dietistas – Nutricionistas en Sanidad con el ahorro que eso supondría… Brutal, inimaginable hace unos años e impagable. Aquí esta: http://elcomidista.elpais.com/elcomidista/2015/12/04/articulo/1449243836_829773.html?autoplay=1
¡Nos leemos, y gracias por pasarte a comentar! 🙂
24zanahorias
Muchas gracias por la mención! fantástico post, nuestra enhorabuena. Tenemos que seguir promoviendo alimentos reales y menos procesados, añadir un poco de sensatez a esta locura!
Comocuandocomo
¡Gracias a ti por pasarte a comentar! 😉
Y efectivamente. El cambio de este nuevo «marco» debe ser responsable y empezar en nosotras y nosotros, tanto como Dietistas – Nutricionistas como consumidores.
Mireia
Muy bien Luka! así se habla!! 🙂
Comocuandocomo
¡Gracias, Mireia!
Piluquita
Yo creo que, como pasa con taaaantos otros temas (me recuerda por ejemplo a la lucha feminista) en cuanto se propone un cambio al estatus establecido, te tachan de radical. De radical mal entendido, de peligroso, vaya. Proponer cambios radicales significa que algunos pierdan privilegios (en este caso la industria alimentaria) y, obviamente, no están por la labor, por eso para mantenerlos ellos neutralizarán tu discurso diciendo que «tampoco es para tanto» y que vaya panda de histéricos estáis hechos.
Es difícil abrir brecha en algo tan asentado como el modelo de alimentación, a pesar de que ser de reciente implantación gracias a la magia del consumismo y su márquetin, ¿acaso no se alimentaban mejor nuestras abuelas siendo sus recursos mucho más limitados?. Por eso entiendo que vuestra pedagogía es necesaria, muy necesaria.
Es necesario que empecéis con lo básico para que el mensaje cale y que sigáis con la matraca día tras día. Porque el sistema va a querer una sociedad inculta y aborregada (¡acabo de descubrir en tu post que las galletas son bollería!) que les siga dando dineros a golpe de obesidad: primero te venden la Nutella y luego coca cola zero para que adelgaces.
Adelante, pues y seguid guiándonos!
Comocuandocomo
Hola Piluquita, ¡se me había pasado tu comentario!
Lo cierto es que alguna vez he puesto el mismo ejemplo que tú, con el tema del feminismo. Básicamente, cuando se cuestiona esquemas preestablecidos y se achaca a la educación y la cultura una falta de sensibilidad o de criterio con un tema, gran parte de la población no puede creérselo (o permitírselo, porque cómo me van a haber engañado). Pues sí, gente.
Igual que vivimos en una sociedad machista y patriarcal, vivimos en una sociedad donde el precocinado, industrial y el producto sustituye al alimento, porque han sabido acoplarse mejor a la sociedad de la inmediatez, del «0% ganas de cocinar» o en el que creemos más a internet o a la publicidad que a los profesionales.
¡Gracias por pasarte a compartir tu reflexión y espero seguir guiando muchas (en las medidas de mis posibilidades)! Por mi parte, prometo seguir con la matraca 🙂
¡Un abrazo!