Hace unos días, El País publicaba un artículo que decía que la principal causa del cáncer era el azar, que surge a raíz del artículo «Stem cell divisions, somatic mutations, cancer etiology, and cancer prevention«, publicado hace justo una semana. No sólo este, también otros medios se han hecho eco de la nota de prensa con entradas casi idénticas (1, 2, 3, 4).
Pues bien. Tras el titular, se dice: «Dos tercios de los cánceres no pueden prevenirse con el estilo de vida; la detección precoz es más esencial que nunca«. ¿Es esto todo lo que nos dicen Tomasetti y cols en su paper? Es el mismo equipo que hablaba del factor mala suerte hace dos años y que entonces sí concluía que «Only a third of the variation in cancer risk among tissues is attributable to environmental factors (…) The majority is due to “bad luck,” that is, random mutations arising during DNA replication in normal, noncancerous stem cells«.
Entonces, ¿determina el factor mala suerte el cáncer?
¿Qué aporta interesante y no se menciona?
El azar es importante. Y la genética. Pero también el ambiente, sus factores y lo que ocasionan en esa genética (‘epigenética’), y aquí se incluyen determinantes tales como la contaminación, hasta actividad física o alimentación.
En su estudio, Tomasetti y cols aportan una división en tres tipos de cánceres según la repercusión de otros tantos factores: ambientales (E), hereditarios (H) y replicativos (R). Además, sólo hacen referencia a tumores sólidos, no hematológicos (tipo leucemia, linfoma o mieloma), un error de base, irresponsable y garrafal no hacer hincapié en esto en la nota de prensa distribuida, sobre todo cuando se lanza a la población general con una más que probable incultura científica. En fin, volviendo al artículo. Es interesante la siguiente diferenciación, ampliable en la imagen.
Un primer grupo (apartado ‘B’ en la imagen) donde el ambiente sería lo más relevante, relegando los factores hereditarios y replicativos a poco fundamentales. El ejemplo clásico es el adenocarcinoma de pulmón, prevenible hasta en un 89%. Por ejemplo, según la OMS, el cáncer de pulmón puede achacarse al tabaquismo en un 70%. Está claro dónde actuar, ¿no?
Un segundo grupo (‘C’) donde los factores hereditarios tendrían un rol conocido, los ambientales (prevenibles) también serían relevantes y, en la ecuación, ahora incluiríamos los errores replicativos, como un cajón de sastre con el adverbio presuntamente delante.
Por último, un tercer grupo (‘D’) donde se ha mostrado un efecto de los factores hereditarios y ambientales poco significativo y el factor replicativo (azar) sí podría ser presuntamente fundamental: hueso, próstata o cerebro, al son de los que también concluye como poco prevenibles el CR-UK.
De causas ambientales y los tumores más habituales
Desde el año 1997, entidades internacionales como la WCRF o la AIRC destinadas a hablar de prevención sitúan que factores dietéticos (como el consumo de alcohol) podrían influir en la aparición de entre un 30 y un 40% de los cánceres totales. La IARC edita monografías sobre los carcinógenos del día a día, aquellos grupos en los que irrumpió la carne procesada y la carne roja hace no tanto tiempo. Estos son factores dietéticos, que además influyen en otros nutricionales que de por sí también se relacionan con la enfermedad; sin ir más lejos, la obesidad influye en la aparición de hasta 17 tipos.
También dónde naces, como ente de tus condiciones de vida; sin ir más lejos, en España dónde estás influye en a qué te expones, por eso los casos de cáncer de estómago son más prevalentes en regiones con minería, y los de pulmón en ciudades con más contaminación. Y no sólo hay diferencias intra-territorial: también por los recursos que se tienen en un país, o en un Primer Mundo y un Tercer Mundo, porque la pobreza también es determinante (y causa fundamental de mortalidad, pero ese post será otro día).

Mientras tenemos titulares de que el azar es el responsable del 67% de los cánceres, el de pulmón podría se prevenible hasta en un 90% y es el segundo tumor más frecuente en hombres y el tercero en mujeres. Y la misma idea, con distintos porcentajes, serviría para Colon y Recto (70%), Estómago, Mama, algunos de vejiga, Esógafo,…
Es decir, que quizá el 67% de los tipos de cáncer que cursan con tumos sólido estén supeditados al azar (de entre todos los tipos que existan), pero no el 67% de los casos de cáncer sólido lo estarán.
¿Entonces de quién es la culpa? Mucha tela entre bambalinas
Hay, y habrá, quien sufra cáncer habiendo evitado toda la vida factores de riesgo. Y que lo padecen jóvenes, de manera inesperada e injusta. Y cada cual conocerá los casos que le llegan a la cabeza cuando se habla de estas cuestiones. Pero la realidad es que muchos, muchísimos –incuantificables– estarán relacionados con cómo se ha vivido.
Lejos de hacer culpable a quien padece la enfermedad, como se ha hecho durante mucho tiempo con la obesidad, la cuestión es entender que la población no está inherente e inexorablemente sujeta a los hilos del destino genético, pero es responsabilidad de las profesiones sanitarias y de las instituciones educar en prevención, aunque no se haga bien o se brinde por una meseta.
Nadie hace sabiendo qué comer para evitar una enfermedad, más en el ambiente en el que vivimos. Y que el cáncer, globalizando la enfermedad (ergo, perdiendo la perspectiva de que hay muchos tipos, muchos tratamientos, muchas personas y muchas condiciones) no es únicamente una enfermedad basada en la genética, sino una enfermedad -cada vez más- epigenética. Que no lo digo yo, para nada. No somos motores con gasolina y un rendimiento perpétuo o varible en décimas, sino células en un ambiente cambiante, con dietas distintas, microbiota que varía, más o menos contaminación… y, en definitiva, más o menos condicionantes, que van a determinarnos, de la mano de nuestra genética de base (nuestra casilla de «Salida»).

En cualquier caso «no importa lo que hagas, esto es una lotería» no es un mensaje real y aquí está el quid de la cuestión. Se habla del azar eximiendo de responsabilidades sobre el estilo de vida (o condiciones de vida) y de la necesidad de la detección precoz por encima de la prevención primaria, porque el cáncer es azar.
Personalmente, creo firmemente que la detección precoz podría salvar vidas; pero no cualquier detección precoz, me viene irremediablemente a la cabeza Juan Gervás y el sobrediagnóstico que puede acompañarla o que cualquier persona puede tener un cáncer ‘dormido’ que nunca llegará a despertar. Pero, si queremos hablar de algún seguro de vida, debemos hablar de prevención.
Cada vez que estos titulares cruzan internet parece quedar justificado fumar o comer chorizo a diario, porque sólo los dados de Dios dicen qué me va a ocurrir. Es frustrante que el trabajo de la prevención, denostado por sí mismo, sea tambaleado por titulares simplistas con desinformación y falta de lectura, que podría ser prácticamente propagandística de las industrias más afectadas por el incremento del cáncer y su visión epigenética: tabaco, alcohol y alimentaria. Pero, en fin: Vuestros los datos, vuestras las conclusiones.
La lotería es azar, pero no es lo mismo comprar un boleto a comprar 100. A mayor cantidad de boletos comprados mayor posibilidad que me te que. No es exactamente azar, pero aceptamos barcos.
Con el cáncer pasa lo mismo. Puedo sufrir un cáncer llevando un estilo de vida sano, no fumador, no bebedor, deportista… Creo que todos conocemos casos de personas que han sufrido esta enfermedad llevando como digo una vida saludable.
Si se tienen unos hábitos insanos, pues digamos que «compramos» más boletos para que nos toque.
Es lo que he entendido, le pido al autor de artículo que me corrija si ando equivocado.
Un saludo
Hola Jay, gracias por pasarte y estar el primero, como siempre 😉
La cuestión es que el «azar» al que se adscribe el cáncer en el artículo es a los errores replicativos, pura fuente de “errores de copiado” que causan mutaciones y, a la larga, estas mutaciones el tumor.
La alegoría de las papeletas sirve pero porque aumentas las probabilidades de tener un número premiado al disminuir las posibilidades de no tenerlo; con una enfermedad, aumentar el riesgo es lo mismo que aumentar las probabilidades de tener un número premiado. Pero, lógicamente, tener más no es tener el premio.
«Hay, y habrá, quien sufra cáncer habiendo evitado toda la vida factores de riesgo. Y que lo padecen jóvenes, de manera inesperada e injusta. Y cada cual conocerá los casos que le llegan a la cabeza cuando se habla de estas cuestiones. Pero la realidad es que muchos, muchísimos –incuantificables– estarán relacionados con cómo se ha vivido.»
No digo que sean anécdotas y que se quede en eso, en ningún caso. Pero sí que es más relevante fijarse en qué podemos hacer por salvar a aquellas personas en las que sí podemos actuar. Al final, esto de la probabilidad es a ver si pasa; cuando pase, ya es otra historia.
¡Nos vemos en el siguiente! 😛
¡Magnífico! Me había dejado alucinada y desolada y me había prometido a mí misma leerme el estudio y ver cómo había torturado indecentemente los datos el articulista para recomendarnos más tecnologías de detección (son un gran negocio) y menos ponernos las pilas y (re)apropiarnos del control de nuestra salud. ¡Pa’ qué!
Me lo has dado hecho, muchísimas gracias. Es estupendo, como todo lo que haces. Lo estoy reenviando a mucha gente que así conocerán (y espero que aprecien como se merece) tu espléndido trabajo.
Un saludo muy cordial
Hola Esperanza, gracias por pasarte y comentar!
Sólo un apunte: en lo que respecta al «control de nuestra salud» es necesario indicar que muchas decisiones son desinformadas; es decir, con falsa información, tipo de «tomo X porque me baje el colesterol, lo dicen en los anuncios», «el desayuno de los atletas»,… Igual que el control sobre el ambiente (contaminación) es difícil.
¡Mil gracias por tus palabras, dan mucho ánimo! Y disculpa que tardase en contestarte.
¡Nos leemos en el siguiente! ¡Un abrazo!
Fantástico artículo! Gracias!!
¡Gracias por pasarte a comentar! Nos vemos en los siguientes y disculpa que tardase unos días en contestarte 😉
Coincido. Como persona que, profesional y políticamente, se dedica a la Sanidad, tengo muy presente el entramado de intereses económicos y el modelo hospitalocentrista y de cuidados a posteriori que rodea a todo lo que tiene que ver con la enfermedad (no solo en el caso del cáncer). No me extenderé en ello, pero sí diré que es importantísimo incidir en el gran olvidado de la salud: el autocuidado y la prevención, la vida responsable mediante unos hábitos saludables que, en la cuestión que nos importa en tu entrada, reduzcan significativamente las probabilidades de tener cáncer o de, en caso de sufrirlo, tener un organismo capaz de resistir mejor a la enfermedad (en la medida de sus posibilidades y, por supuesto, con ayuda médica y farmacológica)
El gran coco de nuestra sociedad occidental es el cáncer, pero no hay que olvidar al «asesino silencioso», la hipertensión, que puede ofrecer ciertos paralelismos. Si se me permite ejemplificarlo en mí mismo, diré que, pese a mis hábitos de vida (alimentación equilibrada, ejercicio físico, etc.), se me diagnosticó a los treinta y poco, y la batería de pruebas de especialistas no reveló nada. Conclusión: causa genética, así que, en este caso (y no estoy contradiciendo ni la entrada ni mis palabras previas), sí me «tocó la lotería» (pero la mala), pero la tengo controlada desde poco después de iniciar el tratamiento. El cáncer, evidentemente, requiere de una mayor ayuda externa, pero si se siguen unas reglas mínimas, de sentido común y tomadas con inteligencia (sin hacer caso a los influjos externos del entramado del que hablaba antes), la probabilidad de sufrirlo es menor.
¡Saludos!
¡Hola, Lord Alce! Gracias por pasarte y comentar y, sobre todo, con tu estupenda aportación. Destaco tu frase de «el modelo hospitalocentrista y de cuidados a posteriori», idea con la que coincido, ideológicamente y profesionalmente. Y desgraciadamente, convirtiendo centros públicos hospitalarios en un recinto de enfermedad y paliativos, no necesariamente de prevención.
¡Gracias de nuevo por tu comentario y disculpa que tardase unos días en contestarte! ¡Nos leemos en el siguiente!