La gran cuestión para averiguar si el mensaje que se lanza es efectivo y llega a la gente; y aún más, la pregunta que debería iniciar cualquier debate sobre prioridades alimentarias para definirlas como acciones en algo tan relevante como la Salud Pública o tan del día a día como la divulgación. ¿Qué consumo cae? ¿Y eso es bueno o malo? Y zasca, iniciativa.
Incluso alguna mente inquieta y atenta podría adelantar qué va a ocurrir en las estadísticas sobre enfermedades prevenibles. Por ejemplo, que el embutido aumente en una cantidad de kilogramos al año por persona (kg/año/persona) podría multiplicar el riesgo de cáncer colorrectal, sólo por citar una relación conocida. Que esto va a ocurrir se puede intuir, para quien quiera intuirlo.
Así que, por si algún agente político, de la Sanidad o de la Educación quiere parase a reflexionar… España, ¿cómo comes cuando comes?
¿Cómo sabemos cómo comemos?
Antes de entrar en materia. No es nada fácil contestar.

Siempre se trabaja con aproximaciones, datos limitados (por cómo o quién los recoge). Para que nos entendamos, desde la manera más sencilla de decir qué se come (preguntar sobre las últimas 24-72h, un «registro») hasta la que requiere logística (hacer fotos, tomar una muestra,…) van a responder de manera parcial a qué/cómo/cuánto se come.
¡Pero si un registro habitual podrían subestimarse más de 400 kcal! (para saber más, y que esto empeora con la edad y el status socioeconómico). Estamos apañaos’. Y por eso, aunque visuales, imágenes como la que adjunto ahora pueden conllevar algún error, aunque no se alejará mucho de la realidad y sea un poco reduccionista (aquí rajé):

Pero, ante todo, es representativa de una tendencia que se debe analizar. Especialmente, en lo que concierne a la calidad dietética. En este caso, sería útil conocer qué se consumirá potencialmente, qué se adquiere para comer. Y esta es una de las principales potencias del Informe de Consumo de 2016 (extensible al del 2015, 2013 ó 2010), que analizan 12.000 hogares pidiéndoles registrar diariamente sus compras con un lector óptico. Por eso es buen punto de partida para responder qué comemos, aunque también conlleve error: ¿y lo que pedimos un bar? ¿Y lo que nos regalan? (Estas son las encuestas que dicen que la gente de la Comunidad Valenciana no consume naranjas… Lo que pasa es que nunca las compramos, ¡nos las regalan!).
Aunque seguro que ya habéis imaginado otra limitación: se desperdicia parte de lo que compramos. Pero, salvando este dato, podemos utilizar el Informe de Consumo del último año para comprobar qué ocurre en nuestra cesta de la compra.
Ahora sí, ¿qué comemos cuando comemos?
En términos generales, ¿qué tal nos fue 2016?

El ascenso de productos preparados, vino, cerveza o bollería es una mala noticia, pero la caída de otros productos es un buen indicador. ¿Conciencia, casualidad, tendencia? Ojocuidao, quizá se podría interpretar que las legumbres se quedan bien con su 0.0% de variación pero, ¿y si ya se compraban pocas? (tomamos 55g/habitante/semana, en 52 años, el consumo se ha reducido un 81%). Pormenoricemos en lo que parece más relevante o revelador y ya cada cual que busque su alimento favorito en la encuesta 😉
-Lácteos y derivados-
Desde 2010 existe una tendencia a la baja en el consumo de leche líquida. Pero, de leche entera. El resto, semidesnatada y desnatada se mantiene o asciende. ¿Cuánto? 72.86 Litros por persona y año, es decir: 200 mL al día, por persona. Lo que sí se puede ver es una tendencia al alza de los derivados lácteos, especialmente los adicionados con azúcar (batidos, postres lácteos y fermentados –siendo, en este grupo dificilísimo encontrar un tipo natural sin edulcorar-). En cuanto a su cantidad, 39.2 kg-L/persona/año, si asumimos que una unidad de los productos mayoritarios tiene sobre 125g ó mL, hablaríamos de una unidad al día aproximadamente (alrededor de 107 g/día). Es, por desgracia, el grupo más heterogéneo para entrar en profundidad. En cualquier caso, y a la vista de los datos… Quizá es el momento de hacer más hincapié en la calidad, y menos en la cantidad.
-Carne y derivados-
La carne fresca, independientemente de su origen (vacuno, pollo, ovino…) cae, desde prácticamente 2009, aunque asciende la carne congelada. En total, consumimos 50.23 kg/persona/año, para contextualizar, alrededor de 140 gramos al día y casi un kilo a la semana. No tanto la procesada, creciendo la de peor calidad (fiambre), y manteniéndonos en 8,23 kilos por persona y año (unos 140 gramos a la semana, que se debe sumar a la carne fresca).
Respecto al pescado, sin entrar en muchos detalles, cae ligeramente desde 2010, aunque nada grave. Actualmente, se consumen 25.49 kilogramos por persona y año (página 78), la mitad que carne. ¿Recordáis la recomendación de «alternar con carne, pero sobre todo consumir pescado«? Quizá debería ser de nuevo prioritaria en lo que a Salud Pública refiere.
-Fruta y hortalizas frescas-

Su consumo está en 99.54 kg/persona/año, aproximadamente 270 gramos al día. Según 5 al día aquí (pág 19), por el tamaño de ración, comemos una manzana y media al día; o dos plátanos tirando a grandes ó 4 albaricoques. Por debajo de lo que históricamente se recomendó (3 raciones), y por muy por debajo de lo que la nueva evidencia da luz (¿hasta seis?). Esta sí que debería ser una prioridad de primer nivel, se debería estar moviendo cielo y tierra.

Pero esto no es todo. Aún por debajo están las hortalizas, con 82.61 kg/persona/año, es decir: 226 gramos al día. No, en serio, esto sí debería ser una prioridad. Se nos está yendo de las manos asumir que podemos comer mejor, ¡debemos comer mejor!
-Pan-

¿Que el consumo va cayendo? Sí. Pero aún seguimos situándonos en 34.65 kg/persona/año, alrededor de 100 gramos al día. ¿Creeis que sería prioritario una campaña para tomar pan cada día? Pues eso.
-Bollería (galletas y sus compañeras)-

La joya de la corona, con un consumo en plena expansión y 14.13 kg/persona/año («moderación» de 270 gramos de producto a la semana, la misma cantidad que fruta a diario). A esta cantidad se le podría sumar los 3.69 kg/persona/año de azúcar blanco que se compran, dato que no tiene en cuenta el que se puede consumir en un bar cuando le echas azúcar al café, por ejemplo.
Recordemos que, de media, en España se consumen 111.2 gramos de azúcar, por persona y día. Y a mí de ver el panorama me está dando una ataque, me siento un poco así pero en bien:
-Otros-
Podría seguir con qué pocos Frutos Secos se consumen (página 121: 2.95 kg/persona/año, sobre 57 gramos semanales) y de que probablemente se consuman su peor derivado, lejos de un consumo que permita la mayoría de sus beneficios, para lo que deberíamos hasta triplicar y cuadruplicar cuánto se viene comiendo. O de los huevos, puesto que tomamos entre 2 y 3 a la semana porque tenemos incrustado un miedo a que nos reviente el pecho con su colesterol (página 123, 8.57kg/persona/año ó 164 gramos a la semana).
Pero no son igual de prioritarios que otros alimentos, y creo que por hoy ya os he dado la murga con datos.
-Bonus track: ¿de dónde como, cuando como?-
Personalmente, me gustaría destacar el dónde salen nuestros alimentos. Desde 2009 y para cualquier grupo de alimentos, las tiendas tradicionales caen en pro de tiendas de descuentos, supermercados o internet. Esto justifica que la consigna «más mercado y menos supermercado» es hoy más necesaria que ayer.

«¿A qué quieres llegar con tanta tabla y gráfica, pesao?»
A cómo se deben enfocar las recomendaciones y campañas, según prioridades y no económicas. La realidad define su idoneidad, si es que la preocupación es salud.
Por ejemplo, ¿ha variado el consumo de legumbres? Sí, y a mal; una campaña sobre aumentar el consumo de legumbres era idónea, porque lo mejor para cómo estábamos era aumentar, porque su bajo consumo es la urgencia. Y aquí tenemos #CucharasdeSalud. Pasaría algo parecido si hablásemos de Frutos Secos, desaparecidos de la dieta española en forma y cantidad para obtener sus beneficios.
En la otra parte, parece ridículo invertir dinero, tiempo y esfuerzo en sacar campañas sobre productos que YA SE CONSUMEN, y en exceso. Sería raro hablar de pan cada día, ¿no? O continuar con el mensaje de bollería con moderación, cuando se consumen casi 300 gramos a la semana de un producto cuya mejor recomendación es cero. O hablar de lácteos, sin entrar a hablar de calidad (que es realmente la prioridad, consumirlos se consumen y en sus peores versiones).

Cuando a lo que debería enfocarse la partida es a traducir el conocimiento en mensaje de la mejor manera, ¿por qué se sigue hablando de cantidad? ¿Por qué no de calidad? ¿Por qué nos enrocamos en unos mínimos para algo a lo que no se llega (fruta, verdura) y damos rienda suelta a lo que nos sobra (bollería, lácteos, pan)?
Si tuviera que marcar prioridades…
Esto es algo que me he planteado en alguna ocasión. ¿Y si de tanto señalar, un día me dicen que qué quiero hacer?
Tengo clara que la primera prioridad serían frutas y verduras, con dos mensajes transversales: «más mercado y menos supermercado» y «fuera ultraprocesados«.
Pero, viendo estos datos,… ¿cuáles serían las vuestras?
Españoles, ¿cómo coméis cuando coméis?
España, ¿cómo comes cuando comes?https://t.co/UHDUQXhhFj pic.twitter.com/OGo4GHftXC— Luka (@comocuandocomo) June 21, 2017
Interesante análisis, aunque como dices al principio, a poco que te interese este tema, casi que podías vaticinar el tema.
Resulta curioso como no ha surgido alguna confederación-agrupación-consorcio de productores de frutas y hortalizas para publicitarse. Por una vez, hasta habría publicidad de un buen producto. Solo me viene a la mente los anuncios de Plátano de Canarias. Igual que los gremios de bebidas azucaradas, cervezas, lácteos, pan y demás, emiten informes más o menos habituales en los que se resaltan sus virtudes (de hecho, parece que sea imposible vivir sin consumirlos), ¿porque no los hacen de frutas y verduras, o de frutos secos? ¿No es un sector económico con peso suficiente? No lo sé, pero a mi me da que en España hay MUCHA gente que vive de ese sector, y no le importaría vender más todavía.
¡Hola Javi, gracias por pasarte y comentar!
He de decir que pienso prácticamente igual, pero que parece que existe mucho conflicto entre sectores, también discrepancias por el modelo productivo. Casi me estoy haciendo de la opinión de la «autosubsistencia» (valga la redundancia-técnica) y hablar con productores locales para formar grupos de consumo, como método más fácil de asegurar lo de #localydetemporada.
Existen muchas grandes industrias que se enfocan a una fruta o a una verdura, pero con muchísimo menos poder económico (ergo, de lobby) para con su producto. Sí es cierto que una conocida marca de Kiwis puede permitirse contratar a profesionales para que divulguen sobre sus beneficios, o incluso invitarlos a un fin de semana en una Fundación de Cocina, pero no es lo típico. Pasa algo parecido con las legumbres, no es lo típico, pero existen federaciones que están por el fomento de su consumo.
Son colaboraciones abiertas para muchas entidades que sí quieren eso en sus congresos. No ya tantas barritas, ni refrescos, que estamos hasta las narices. No, comida de verdad. Creo que, en ese aspecto, se va a avanzar mucho en los próximos años, puesto que cada vez se rompen más lanzas en favor de la «colaboración ética» y se parte de la base de «desde la responsabilidad, ¿con qué quiero que me vean en la mano?».
La condescendencia y el buen-rollo entre marca(s) de bebida azucarada y entidades, creo y parece ser, que poco a poco se está agotando. Pero, aún hay industrias con fuerza que intentan meter la cuña, como está pasando con los lácteos en la(s) última(s) semana(s). Es innegable que muchísima gente le hace la cama a esta industria, aún. Yo no sé si es que la gente no se pregunta algunas cosas o qué.
En fin, que me desvío. Quizá si #5aldía tuviera más fuerza (y menos colegueo con los zumos) y existiese lo que dices, podría conseguirse un cambio en los anuncios infantiles. En cualquier caso, estamos lejos de eso, más con un mercado que no cuidamos hasta el punto de que prefiere irse a dar de comer a Europa, porque les pagan más que aquí.
¡Nos vemos en el siguiente!
Un post muy interesante, un claro reflejo de la sociedad española (¿de verdad que aumenta el porcentaje de carbohidratos en la cena? No lo habría imaginado; el resto, sí).
Está claro que las campañas más populares se siguen centrando en objetivos desacertados, pero si se bucea un poco por la red aparecen campañas más interesantes, desde las de legumbres Luengo en las redes sociales (ya no me meto en si desarrollan snacks que igual no son del todo saludables, o al origen de sus legumbres), a asociaciones de productores como Depasto / Deyerba (para carne de pasto). El problema es que estas iniciativas suelen llegar mayoritariamente a gente que ya está interesada por su salud y, en general, come bien.
Enhorabuena por el blog y a seguir así!
¡Hola Elisa, gracias por pasarte y comentar!
Estoy completamente de acuerdo en lo que indicas, que existir campañas responsables o para dar a conocer productos y/o alimentos necesarios, están ahí. Pero son claramente minoría, ni tienen tanto «share» en TV, ni mucho menos tanta cantidad de «palmerismo» por parte de profesionales y/o sanitarios en medios de comunicación.
No hay catedráticxs machando con que las legumbres son «insustituibles», ni páginas web que se llaman legumbresimprescindibles.es, porque no se cuenta ni con el apoyo social ni con el medio económico suficiente o, al menos, no al mismo nivel que quien sí lo tiene. Pero es el mundo con el que nos toca convivir, donde la idoneidad se amolda al bolsillo. Y para eso está la responsabilidad sanitaria, para seguir reclamándola desde la coherencia y los datos. Y, si se me permite, desde el sentido común, el menos común de los sentidos cuando todo lo anterior (idoneidad y datos para dar respuesta a necesidades) no se está cumpliendo.
¡Gracias por tu comentario, hasta el siguiente! 😀
Grandísimo artículo, gracias Luis.
Seguiremos intentando fomentar el consumo de fruta y verdura. 🙂
http://luisaguilar.es/coma-verdura-en-la-comida-y-en-la-cena
Un abrazo.
¡Gracias por pasarte y tu comentario, Luis!
¡Nos vemos en el próxmo!