Año 1931. Premio Nobel de Fisiología y Medicina para Otto H. Warburg por sus, y cito: «descubrimiento en la naturaleza y modo de acción del enzima respiratorio«.
Fundamentalmente, Warburg teorizó sobre la respiración celular desde dos décadas antes de ganar el Nobel: cómo el cianuro la bloqueaba, cómo el hierro era fundamental para el proceso… Posteriormente, postuló el Efecto Warburg, que hace referencia a que las células tumorales producen energía con un proceso donde no está implicado el oxígeno (anaeróbico). De hecho, propuso la una hipótesis (Hipótesis de Warburg), centrando en este hecho la causa (no consecuencia) del cáncer; actualmente, esta patología no se puede explicar como consecuencia de una única causa, ni esta hipótesis es igual de interesante en cualquier neoplasia.
Ahora bien, ¿justifican sus trabajos que se deba determinar para alimentarse la alcalinidad o acidez de los alimentos? No.
De pH, alimentos e interpretar a conveniencia
La teoría de la dieta alcalina supone que lo que se ingiere podría modificar el pH de la sangre (y por ende, otros tejidos, creando un ambiente proclive a la enfermedad), pero la fisiología humana contradice que sea posible, excepto como consecuencia de una patología de base, como la acidosis respiratoria. Y, por tanto, no podría promover enfermedades.

¿Y el pH dentro del cuerpo? Existe mucha variabilidad; el del estómago varía poco, dentro de una gran acidez; el de la saliva tampoco demasiado, ya que allí empieza la digestión; el de la orina variará mucho, según la concentración de lo que se expulse. Y la variación de este último pH ha sido el pistoletazo de salida de muchos mitos, sobre todo porque es el que puede medirse con gran variabilidad y su modificación sí puede utilizarse para el tratamiento de cálculos renales.
Ahora bien, ¿influiría un ambiente intracelular ácido en la enfermedad tumoral? Si bien la explicación podría ser lógica (por la producción de ácido láctico, asumiendo que no se tamponase y que la acidez provocase enfermedad), existen mecanismos propiamente metabólicos que podrían contrarrestar la acidez (metabolismo de glutamina, por ejemplo). Y aunque las investigaciones para utilizar cambios en el metabolismo como estrategia contra el cáncer están en alza y son interesantísimas (para saber un poco más: 1, 2, 3), proponer una estrategia dietética por los cambios que provocará en la sangre y de ahí al «entorno» está lejos de estar justificado, más que en cuestiones propuestas a conveniencia (con las que hay gente que se lucra, como vendiendo libros tipo El milagro de…, Mis recequé anticáncer,…).
De hecho, el metabolismo de un tumor es tan complejo que aún gatea en lo que se entiende, ¿y ya estamos proponiendo estrategias terapéuticas tan específicas, como si de un único factor se tratase? Antes debe entenderse mejor.

Partimos de la siguiente base: cada tumor puede tener diferentes oncogenes activados o genes supresores desactivados (vídeos: ¿Qué son? – en español, más divulgativo) determinando un metabolismo, lo que lo hace desigual según tumor o incluso estirpe clonal. Apoyándome en la imagen de arriba: hay tumores que captan sólo glucosa y otros que mucha glutamina; otros son muy representativos del efecto warburg, otros no; otros, FDG-PET positivos, y otros Acetato-PET positivos. Si bien es cierto que la producción de lactato es una generalidad, es insuficiente para justificar una propuesta dietética ya que no engloba todo el metabolismo tumoral en sí mismo, y más si se basa en cómo modificaría el pH de la sangre.
De orígenes y méritos
Aunque los orígenes de estos mitos se confundan en el tiempo con otros mitos que subyacen en los originales (probablemente la dieta alcalina tome prestadas muchas cuestiones cercanas a las dietas macrobióticas y alimentos yin-yang), en el cáncer el principal pseudoexperto que se lucró fue Robert Young, hoy detenido.
La cuestión es que son varias instituciones (más, más) las que han advertido que los alimentos no pueden afectar el balance de pH, ni promover cáncer por esta vía.
El mérito de una dieta basada en alimentos frescos, principalmente vegetales, y donde se reducen o no existen procesados no recae en su efecto en el pH corporal, que es exiguo e irrelevante clínicamente para la generalidad de la población, sino en lo hábitos de alimentación que mejor se relacionan con una buena calidad de vida, menor incidencia de enfermedades, principalmente crónicas, y mayor esperanza de vida libre de incapacidad y supervivencia libre de enfermedad (o progresión). Y ya, si os mantenéis en un peso normal, muchísimo menos riesgo de padecer cáncer.
De otras conclusiones
Aunque os lo digan, Otto Warburg no recibió el Nobel por descubrir la causa del cáncer, sino por desentrañar mecanismos de respiración celular (para nada menos relevante en su momento y lugar) y pudo ser uno de los mejores fisiólogos/bioquímicos del Siglo XX.
Desde hace unos años, se conocen cada vez más mecanismos de detección temprana de recidivas y progresión mediante moléculas más pequeñas, vías de comunicación extracelular que ayudan a comprender qué ocurrirá en dos meses, o se desenreda el metabolismo tumoral y su por/para qué. Pero eso es oncología molecular y,… ¿tendrá cada pequeño paso la relevancia clínica suficiente?
Mientras llegamos a respondernos, ¿por qué no coméis bien sin mediar apellidos dietéticos?
Antes de tomar agua con noséqué y bayas de nosédónde por si os da un nosécuántos, comed fruta y verdura. Más efectivo, barato y sostenible.
— Luka (@comocuandocomo) February 27, 2017
Saludos a la distancia , soy el señor Freddy López y quisiera tener más información hacerca de investigaciones y principalmente desmitificar tanta información q corre por las redes q aparentando ser ‘verdades absolutas’ son en realidad estrategias de mercado para sumimos en la más profunda ignorancia.
estoy totalmente de acuerdo y quiero saber más.
Excelente información!!!
Me ha servido mucho!!!
Gracias
Excelente me ayudó a entender sobre el PH